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La tradición de los belenes en Vera a través del Concurso Municipal Anual de Navidad

La tradición de los belenes en Vera a través del Concurso Municipal Anual de Navidad

El pasado día 3 de enero se celebró en el Convento de La Victoria el tradicional Concurso de Belenes, organizado por el Ayuntamiento de Vera. Han participado como jurado Isabel Fernández Ridao, monitora de talleres de figuras de belenes, José Luis Ramos Cintas, que ha escrito infinidad de veces las crónicas de los belenes en Vera y Domingo Ortiz, Director del Museo Histórico Municipal del Ayuntamiento de Vera, maestro belenista que imparte cursos de modelismo belenístico.

Domingo Ortiz

Martes, 10 de mayo 2016, 09:58

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De los concursantes presentados se han seleccionados tres ganadores de categoría única que han recibido un premio de 100 ? cada uno. Los premiados han sido Antonio de Haro Márquez, el Hogar San Agustín y Emilio Pérez.

La costumbre de montar belenes es una de las expresiones de la religiosidad popular más arraigada en nuestra cultura tradicional. Con estas premisas el genio plástico de los belenistas ha encontrado ocasión para realizar auténticas obras de arte, desgraciadamente perecederas en su mayoría en aras de su carácter temporal, que bien podría documentarse en un Museo del Belén.

Es muy antigua la tradición belenista de Vera, existiendo en la ciudad muy buenos belenistas, de manera individual y dispersa, que vamos descubriendo a través de los sucesivos concursos de belenes,

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y, como consecuencia del concurso de belenes de todos estos años, que intenta aglutinar a todos aquellos que se esfuerzan en crear una buena escuela de belenistas, y que apostamos por ir consolidando y creciendo el número t calidad de participantes, hemos descubierto, entre ellos, a Antonio de Haro Márquez, un artífice belenista y su hijo continuador de la tradición técnica de su padre, exponencialmente excelente, que está siendo reconocido como un maestro bele3nista, con su presencia en los concurso de belenes, qu3e son autenticas escenificaciones HISTÓRICAS INOLVIDABLES, CONSOLIDANDO EL PRESTIGIO DE LA TRADICIÓN EN Vera, siendo el ejemplo a seguir por los demás aficionados en su quehacer de superación.

El germen escenográfico de los orígenes del Belén, según parece, se remonta hasta San Francisco de Asís, cuando la noche del 24 de diciembre de 1223, en la cueva de Greccio (Italia), revivió el nacimiento de Jesús, con personajes reales en un pesebre o cuadra con mulo y buey. Este fue, según muchos autores, el punto de partida de un extraordinario fenómeno de difusión del culto a la Natividad.

Por toda Europa se difundió la costumbre de modelar nacimientos, presepe en Italia, crèche en Francia o krippe en países de lengua germánica.

España no estuvo ausente de esta moda, que se remonta al s. XV, aunque resulte difícil precisar el momento en el que hizo acto de presencia, por primera vez, un auténtico belén con características propias. A finales del s.XVI ya se había difundido el belén de grandes estatuas de madera o barro cocido, especialmente en oratorios y monasterios. Las Agustinas de Murcia serán las primeras propagadoras de esta tradición.

A partir del s.XVII, los belenes pasaron de las iglesias a los hogares, se multiplicaron las medidas, ahora ya figuras, no estatuas, y prevaleció definitivamente el uso del barro cocido, compitiendo nobles y soberanos por presumir del belén más hermoso.

En España sería donde se instaurase el belén, concretamente en la corte madrileña, sin duda, por el entusiasmo del rey Carlos III y por una costumbre, que tanto él como su esposa habían practicado con asiduidad en Nápoles, costumbre arraiga pronto en el pueblo e imitada por nobles, que no solo consiguió el triunfo y la consolidación del belenismo en España, sino que, además logró proyectarlo a otros países.

Una vez hecha esta introducción histórica, cabe destacar el Belén de Salzillo que Jesualdo Riquelme le encargó para adornar uno de los salones de su palacio. Este puede ser considerado como el más completo y singular de los nacimientos españoles, porque pudo recoger una tradición madurada durante siglos, y otorgarla la misma importancia y valor artístico que a las esculturas procesionales para la Cofradía de Nuestro Padre Jesús.

En la actualidad, la tradición de instalar belenes, se encuentra, afortunadamente aún más extendida y son cientos los conjuntos que se exhiben en iglesias, plazas, colegios, peñas, casas particulares. Las familias se lo transmiten de generación en generación y cada año enriquecen el pequeño patrimonio con alguna compra.

Estos días navideños se han podido adquirir en las tiendas, montañas de corcho, palmeras, figuras de todo tipo, luces, norias, y un largo etcétera, que nos siguen sobrecogiendo, porque gracias al belén, fundamental manifestación de nuestro arte popular, cientos de figuras y animales que buscan la estética barroca, hebraica o el más moderno diseño, tienen por encima de todo un valor inviolable, el sentimiento religioso, el carisma de su significación: El Nacimiento de Jesús.

El Belén es el Evangelio traducido, no al napolitano, como afirmaba Cuciniello, sino a las lenguas de todo el mundo. Es un pequeño mundo en el que se mezclan riqueza y miseria, devoción y folklore, tradición familiar y ritualidad

 

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