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LEVANTE ALMERIENSE: RESPIRA ‘LA VIDA’

LEVANTE ALMERIENSE: RESPIRA ‘LA VIDA’

Ver y disfrutar en un solo territorio de todas las sensaciones y paisajes del mundo

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 09:58

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Es un paraíso, europeo, un paraíso que hay que descubrir y que no lo dicen los de aquí, sino aquellos que han tenido la oportunidad de visitarlo. Es el Levante de Almería. Es esa tierra soleada, donde el invierno existe como parte de una larga primavera, de un tibio otoño y de un alegre verano. Es esa tierra que está cerca de todos los paisajes y las actividades que se pueden encontrar en otras partes del mundo, pero que aquí están a tan sólo minutos, como mucho un par de horas.

Esa tierra en la que el extranjero decide quedarse a vivir porque la calidad de vida, el aire que se respira, 'sabe' a una vida de verdad. No lo dicen los de aquí, no. Lo dicen, por ejemplo, en el periódico más influyente del mundo, en la cabecera de referencia de Estados Unidos, lo dicen en el 'New York Times'. Un amplio reportaje de Seth Kugel que hace un recorrido de diez semanas por los enclaves turísticos europeos y encuentra que las playas más paradisíacas del Mediterráneo, de Europa, son las de Almería y, en concreto, las del Levante, a las que define como 'un paraíso diferente'. O lo que es lo mismo, el mejor lugar por su belleza, su tranquilidad y su hospitalidad, por ser cómo es, diferente y espectacular.

Pero, no se lo único que destaca del Levante de Almería y para muestra un botón. Si Carboneras, Níjar, Cuevas del Almanzora, Vera, Pulpí, Garrucha y Mojácar disfrutan de una costa envidiable; no hay que olvidar que tienen cada uno de ellos y sus vecinos del interior, mucho, mucho más que ofrecer a tan sólo un rato de camino. Están cerca y trasladan a quién visita cada uno de sus pueblos a lugares de contraste, pero también a sitios que, con cada una de sus particularidades ofrecen al turista riqueza que llega desde su historia, su arqueología, su etnografía, su paisaje, su cultura, sus gentes... Que merece la pena, lo dijo Kugel en el 'New York Times' después de recorrer Europa. Pero, hay que experimentarlo para entenderlo.

En situación

Al filo del Mediterráneo, la comarca del Levante almeriense ha sido codiciada y morada por infinidad de pueblos desde la antigüedad. Linda al norte con Murcia y se extiende al filo del Mediterráneo y se adentra en las sierras de Bédar, Cabrera y Almagro. Escarpadas sierras y fértiles valles dibujan su particular silueta al sol de todo el año. Enclave privilegiado observa el mar del color de algún lienzo de Sorolla y juega con alguna despistada nube que poco altera su buena temperatura envidiada en el resto de Europa.

La comarca del Levante almeriense acoge a sus 14 municipios dentro de la Mancomunidad de Municipios y como madre con muchos hijos diferentes, a todos quiere por sus particularidades. Es el Levante así esa tierra de contrastes que valora lo diferente por enriquecedor y complementario. A la hora de disfrutar, pocos lugares como éste. Sol y playa, casas rurales, deportes de aventura, actividades culturales, deportivas y lúdicas, patrimonio arquitectónico, histórico, etnográfico.

En el interior, Sierra Cabrera, un paraje lleno de historia y de belleza; también Sorbas, la Cuenca Chica por sus casa blancas 'colgadas', con el Paraje Natural Karst en Yesos de Sorbas, un enclave sorprendente y especialmente interesante para los aficionados a la espeleología. En la costa, pueblos eminentemente turísticos como Mojácar, pesqueros como Garrucha, de buena gastronomía como Vera o de un patrimonio arquitectónico de gran interés como Cuevas del Almanzora o Pulpí con playas como San Juan de los Terreros de gran afluencia en verano. En ocio, un sinfín de posibilidades, con deportes como senderismo, golf, hípica, vela o el submarinismo.

La 'gracia' de cada cual

Si empezamos nuestro periplo en Antas, nos trasladamos al inicio de los tiempos, regresamos a la era del Neolítico y la Edad del Cobre viendo los vestigios de la cultura argárica, objetos de cuarzo, pinturas y cerámicas que nos llevan sin movernos a una antigua población que casi podemos imaginar. Y cerquita silencioso y agradable se sitúa entre la sierra y el río Aguas el municipio de Los Gallardos, ideal para practicar senderismo y contemplar su curioso paisaje que guarda restos muy antiguos, restos que recuerdan cómo se hacían las cosas, el pan, la harina, con máquinas a punto para volver a funcionar a pesar de tantos años.

No lejos de allí, a pocos kilómetros de coche, volvemos a entrar en la máquina del tiempo y vemos Bédar, un pequeño y tranquilo pueblo que recuerda a una 'Mojácar de interior', casas blancas, calles estrechas llenas de encanto, que, al pie de la Sierra no reflejan que éste fue un lugar de referencia donde se pueden ver las antiguas minas en rutas guiadas que explican, entre otras cosas, que Bédar acogió el primer cable aéreo de la provincia que unía el Pinar con Garrucha. Y siguiendo con la historia nos acercamos a ese pueblo pesquero, famoso por su gamba roja y su magnífica gastronomía que discurre por el Paseo Marítimo, El Malecón. Allí, la visita a la lonja al atardecer es todo un lujo para los sentidos y también para observar la vida pesquera de la zona, la subasta y con suerte algún buen ejemplar que contemplar y saborear más tarde.

Pensamos que la noche es un momento ideal para ir a Mojácar, llena de vida, amaneciendo en sus playas o admirando desde el Mirador de la Plaza Nueva, el Valle de las Pirámides y una auténtica maravilla que ofrece la panorámica del Levante almeriense. Pueblo morisco y especial, guarda historias que apuntan al nacimiento de Walt Disney en la localidad y a la instalación en los años 60 de multitud de famosos en el lugar. Hacia dentro Turre, a diez minutos. Turre se llama tradición, valor histórico, ecológico, paisajístico y etnográfico. Turre se llama Sierra Cabrera y riqueza arqueológica, gatronómica y cultural. Podemos visitar los talleres de artesanía tradicional donde se trabaja el esparto, el latón o los bolillos.

Desde Mojácar a otros diez minutos, siguiendo la carretera de la costa, con dirección a Almería, un zigzag que sube y baja por paisajes que se abren hacia fantásticas playas casi vírgenes, son las que se abren ya al Parque Natural de Cabo de Gata Níjar, entrando por Carboneras, playas como la del Algarrobico, escenario de la famosa película de Lawrence de Arabia; o la de los Muertos, famoso por su historia, pero sobre todo, por su paisaje y virginidad. Aquí es indispensable ver el casco histórico, el pescaíto de los restaurantes y bares del Paseo Marítimo o del centro del pueblo y, como no, gozar de sus playas, en cualquier estación del año, gracias a una temperatura envidiable.

De vuelta por la costa o por la Autovía, pasamos nuevamente Mojácar y Garrucha, y llegamos a Vera, no tardamos más de media hora. Vera es un placer en su casco histórico, un inmenso Convento se alza en el centro, sus museos reconocidos y de los más antiguos de la provincia de Almería guardan documentos de gran valor. Su costa, también emblemática, es lugar de descanso y de residencia para todo tipo de personas, y también muy apreciada por los amantes del naturismo.

A diez minutos de Vera, Cuevas del Almanzora que debe su nombre a su multitud de cuevas utilizadas como casa, antes y restauradas para el turismo rural y museos ahora, y al río que la cruza, el Almanzora. Es el municipio más señorial, en su casco histórico, con casas del siglo XIX, mansiones surgidas del auge de la minería. Muchas de ellas se han conservado, restaurado y acogido edificios municipales como es el caso del Palacete de los Torcuato Soler Bolea, o siguen en propiedad privada como el Alcázar de la Sultana. Edificios emblemáticos hay otros muchos como la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación la más importante de la provincia después de la Catedral de Almería capital. Pensamos en buscar actividad, así que hacemos submarinismo en Villaricos y jugamos al golf en el único campo desértico de Europa. Un lugar realmente adentrado en una burbuja de bellos paisajes que contemplar.

Tomando la autovía nos vamos al interior, a la Puerta de Andalucía que es Huércal Overa, en abril se llena de sentimiento y hasta el que no es devoto puede dejar caer una lágrima ante tanta belleza. La música procesional lo envuelve todo y 'se pega' la emoción del pueblo. La Semana Santa, declarada la primera de Almería como de Interés Turístico Nacional no es posible perdérsela, y tampoco hay que olvidar sus rutas de senderismo programadas por el Ayuntamiento, recorriendo los lugares menos conocidos del municipio.

Desde Huércal Overa la carretera nos lleva en quince minutos nuevamente a la costa, la de Pulpí. Aguas perfectas para el día de playa familiar, arena fina y aguas en calma y cristalinas, visitadas desde siempre cada verano por miles de personas. Es San Juan de los Terreros el lugar más turístico de Pulpí, una localidad que goza además de un monumento natural digno de mención en el mundo: la Geoda Gigante hallada en la Mina de Quién Pensará en El Pilar de Jaravia. Una bella formación rocosa recubierta de cristales de yeso de gran transparencia y que está considerada la mejor conservada el mundo.

En poco tiempo hemos visto de todo: bellezas naturales, paisajes llenos de vida, sierras colmadas de historia, playas de 'paraíso' y cultura, patrimonio histórico, actividades para familias, parejas, mayores y niños. Y todavía hay mucho más que hacer. Así que mención para el Paraje Natural Karst en Yesos de Sorbas, uno de los más importantes del mundo, se erige como una joya geológica imprescindible para aficionados y público en general. Al entrar al pueblo, algo nos llama poderosamente la atención, claro! Por eso se conoce como 'Cuenca la Chica' porque resulta sorprendente observar sus casas blancas 'colgadas' y su entorno natural.

Dos pueblecitos más completan un Levante que tiene mucho que ofrecer. Taberno y Lubrín, pequeños, sí, pero con gran esencia, como buen perfume. La Iglesia se eleva como el edificio más relevante, entre sus calles empinadas y estrechas, con casas adornadas con macetas y encaladas. Lubrín es ideal para saborear el encanto del mundo rural, con aldeas y cortijadas plagadas de aroma y sabor a aquello original que todavía es posible encontrar en todos y cada uno de los rincones del Levante almeriense.

 

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