Encuentran el primer nido de tortuga boba en una playa de Mojácar
Los huevos se trasladaron a la playa de La Rumina para asegurar una incubación óptima hasta su eclosión
Llega el verano y con él, los nidos de tortuga boba en el litoral almeriense. De hecho, los bañistas se han encontrado en la playa Piedra Villázar de Mojácar con la grata noticia de que este animal marino ha desovado este fin de semana en un nido.
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Por ello, tras un aviso a las autoridades, agentes de Medio Ambiente junto a efectivos de Policía Local acordonaron la zona y se trasladaron los huevos a la playa de La Rumina para asegurar una incubación óptima hasta su eclosión, que se estima que llegue en dos meses.
Desde el Ayuntamiento de Mojácar piden a los bañistas y turistas que se extremen precauciones si se repite esta situación, ya que las playas de la localidad son algunos de los lugares favoritos de las tortugas bobas para desovar. Por ello, recuerdan que si al pasear por la orilla encuentras un nido o marcas de arrastre en la arena, no hay que tocar nada ni acercarse, solo dar aviso al 112.
Tampoco hay que iluminar e interferir en la zona señalizada y, recuerdan que si llevas a tu mascota, se mantenga siempre atado y evitar que se acerque al área de desove.
La tortuga boba (Caretta caretta) es ya una vecina más empadronada en el mar almeriense. En 2024, se localizaron huellas en Mojácar y, en 2023, se vio a otro ejemplar desovando en la playa del Descargador, en Mojácar, donde se encontraron 92 huevos.
Su presencia se extiende por Almería, Carboneras, Cuevas de Almanzora, Garrucha, Mojácar, Níjar, Pulpí y Vera para su alimentación y, lo más importante, su nidificación. Esta tortuga marina ha hecho, en las últimas dos décadas, puestas de 341 huevos, de los que han nacido 90 ejemplares 'caretta caretta' en el suelo almeriense.
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Especie vulnerable
La incubación podría durar en torno a 45 y 70 días y, después, la suelta a mar abierto se hace siempre en la misma zona en la que la tortuga ha puesto el nido porque son capaces de volver al paso de los años para reproducirse. Esto se debe a su 'filopatría', un comportamiento común de los galápagos que les lleva a permanecer en el mismo territorio en que nacieron, o a volver al mismo para reproducirse o nidificar.
Este animal se considera una 'especie vulnerable' por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y tiene, aun así, grandes enemigos: el plástico –que lo ingieren al confundirlo por alimento– y el ser humano –por las artes de pesca, algunas se mueren al quedarse atrapadas en las redes–.
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