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La Navidad de todo el año se llama Lucía

La Navidad de todo el año se llama Lucía

La cuevana, Lucía Fernández, de 13 años, fue reconocida con el Premio Especial de Voluntariado a nivel nacional por llevar el espíritu navideño todos los meses del año a la Residencia de mayores Santa Luisa de Marillac

María Paredes Moya

Cuevas del Almanzora

Sábado, 21 de diciembre 2024, 22:32

En el pueblo no hay nadie que no le ponga cara. De apenas 13 años, de Cuevas del Almanzora, Lucía Fernández es el cascabel de los mayores de la localidad, a los que que dedica tiempo a visitar, cuidar y acompañar en la Residencia Santa Luisa de Marillac. Lucía ha sido reconocida con una Mención Especial de los Premios Nacionales de Voluntariado Lares.

Lucía siempre llega a la residencia con una sonrisa y con ganas de alegrar el día a 'sus abuelos', porque ella hace más de dos años que comenzó a visitar el lugar, para ver a su abuela materna, Juana, y aunque su 'yaya' ya no está, Lucía conectó de tal forma con los mayores del centro, con los trabajadores y con las hermanas de la Caridad que lo gestionan, que no ha dejado de ir en todo este tiempo, y piensa seguir muchos años contagiando la ilusión y alegría de vivir a quiénes residen allí.

Llega y les pregunta cómo están, les ayuda a comer, a levantarse, a hacer teatro, a arreglarse el pelo… pero, sobre todo, les sonríe y les mira, con ternura y paciencia, como esa nieta cariñosa y preocupada que les hace sentir que están vivos, y que merece la pena estarlo. «Me encanta pasar tiempo con ellos», asegura, «y pintarles las uñas, jugar al parchís o a la Nintendo, pasear con ellos en el jardín o ver una película juntos», afirma la joven de trece años, que se ha convertido en el ejemplo de ese voluntariado juvenil que, aunque se ve poco, existe, y que consigue devolver un poco de esa generosidad, de esa entrega, de ese trabajo que los mayores ofrecieron cuando eran jóvenes. A ellos y ellas les debemos lo que somos hoy, y la mejora de una sociedad que vieron en etapas mucho más oscuras, de las que no sólo salieron, sino que se esforzaron para que no las sufriéramos hoy.

«Ser voluntario te enseña a ver la vida de otra manera», dice Lucía, con una admirable naturalidad y conciencia. «Es un ángel», aseguran en la residencia.

Este año, como los pasado, la residencia organiza para Navidad actividades culturales en las que participan los abuelos y abuelas con la ayuda de trabajadoras, hermanas y también voluntarios. Lucía afirma que se lo pasan muy bien, y lo expresa tal cual en la carta que remitió, animada por el personal del centro, a Lares, la organización de Voluntariado que no ha podido resistirse ante las palabras y la emotividad de la misiva: «La residencia organizó una obra de teatro de Navidad con las voluntarias y los abuelos. Nos teníamos que aprender unos guiones y en los ensayos nos pegábamos unas risas infinitas porque tanto las voluntarias como los abuelos, nos inventábamos algunas de las palabras que teníamos que decir».

Pero no todo son buenos momentos, implicarse en la vida de personas mayores, escucharlas, entender sus situaciones, empatizar con ellas, supone, a veces, tragos amargos. Es algo que Lucía también asume y que explica, y que la hace reflexionar sobre esa labor voluntaria que tanto aporta, pero que también tanto la enseña y debería enseñarnos a todos y todas. «Hay algunos abuelos que están malos y es una situación difícil que mucha gente no entiende y entonces nos ayuda a ver la situación de los demás y muchas cosas más», apunta en su carta, y añade: «tenemos momentos buenos y momentos malos ya que fallecen algunos abuelos».

«Ser voluntaria es una experiencia única en la vida que nunca vamos a olvidar, haces amigos nuevos y convivimos entre nosotros a la misma vez que con los abuelos. Lo que siento yendo allí es alegría, cada día ellos me hacen ir con más ganas porque cada día hacemos algo divertido o nos enseñan algo nuevo. Me siento orgullosa de poder formar parte de esta experiencia y seguiré siendo voluntaria mientras pueda», señala la joven cuevana.

Enseñan y aprenden, comparten tiempo de risas, de charlas… también de malos momentos… es el espíritu de la Navidad, de la fraternidad, de la esperanza, de la ilusión, de la fe en el ser humano, a pesar de una sociedad cada vez más individualista, cada vez más superficial, cada vez más olvidadiza y menos agradecida.

Lucía encarna durante todo el año esos valores que están en nuestra sociedad aunque no hagan ruido, aunque no se vean todos los días en las redes sociales, aunque no vistan de marca ni luzcan bellos rostros jóvenes. Lucía perdió a su abuela, pero tiene muchos abuelos y abuelas por los que pregunta cuando enferman, por los que llora si se van, con los que ríe cuando juegan a 'la maquinita', con los que toma el sol en el jardín mientras rememoran junto su vida cuando tenían su edad.

Ella, encantada de poder disfrutarlos, y ellos, encantados, de sus visitas, que 'estiran' durante todo el año, la magia y la esperanza ilusionante de la Navidad.

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