MARÍA RODRÍGUEZ SEGURA
Níjar
Martes, 25 de mayo 2021, 00:10
El infierno se abrió paso en pleno 'mar de plástico'. Durante la madrugada del pasado domingo las llamas calcinaron más de 100 chabolas de uno de los mayores asentamientos de la provincia de Almería, ubicado en la localidad de Níjar.
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La imagen es desoladora. En el lugar solo quedan algunas estructuras de lo que fueron las viviendas de unas 200 personas de en un campamento con entre 600 y 800 inmigrantes empleados en la agricultura intensiva.
El fuego se abrió rápidamente camino entre las chabolas, hechas en su mayoría con palos, plásticos de invernaderos, palés y tubos de riegos, sobre las 23:45 horas del sábado. El asentamiento, denominado como Walili, se ubica en el cruce de Los Albaricoques y El Barranquete, en una zona conocida como Las Chozas.
Ahora no les queda nada. Muchos buscan entre las cenizas algo que no hubiera sido devorado por el fuego.
Safwan llegó a Níjar hace dos años y medio desde Nigeria con la esperanza de una vida mejor. Ahora rebusca entre los restos de la que fue su vivienda para salvar, en la medida de lo posible, algún objeto personal. Con la ayuda de un tenedor escarba entre los alambres y cristales donde asegura que podía estar un poco de dinero que tenía ahorrado. «No hay nada. Solo he encontrado un par de monedas», apunta mientras vacía sus bolsillos. Safwan tampoco encuentra sus papeles, papeles que muy probablemente el fuego consumió en cuestión de segundos.
Namir, es amigo de Safwan. También ha perdido todo en el incendio. Este joven de 23 años duerme desde el incendio en un asentamiento cercano donde tienen a otros amigos. «Pude coger muy pocas cosas, mi bicicleta con la que pude irme a otro lugar. Otros no han tenido la misma suerte y lo han perdido todo», asegura mientras muestra los restos de lo que fue una bicicleta.
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Lesya llegó hace un mes y medio al asentamiento y apenas habla español. Al igual que el resto de inmigrantes que aquí viven, trabaja en un invernadero. «Llevo aquí muy poco tiempo. Aquí todos trabajamos. No hacemos otra cosa», apunta esta mujer mientras realiza la colada en una toma de agua próxima al asentamiento.
Junto a ella está Omar, que llenando garrafas de agua describe la noche del sábado como un «infierno». «Todo el mundo salió corriendo. El fuego iba muy rápido», apunta.
El fuego quedó extinguido inicialmente sobre las tres de la madrugada, pero posteriormente se reavivó por lo que volvieron a las labores de extinción los Bomberos de Almería y del Consorcio del Levante. «Sobre las cuatro de la mañana volvió el fuego. Están siendo muy difíciles» asegura Omar.
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En la explanada de cenizas que dejó el incendio comienzan a organizarse para poder, cuanto antes, volver a levantar un techo bajo el que guarecerse y descansar tras los largos días de trabajo.
El Ayutamiento de Níjar acogió a un pequeño grupo de personas, según ONGs a un total de 16 personas, en un módulo de emergencias. Otras personas se marcharon a otros asentamientos cercanos en busca de cobijo en la casa de amigos y conocidos.
Las ONGs denuncian que la mayoría de estos campamentos no son temporales, sino fijos y que en ellos vive un gran número de inmigrantes durante todo el año, bajo plásticos y sin retrete, agua y luz, con frío, con calor, con lluvia o con heladas.
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Desde Almería Acoge aseguran que «no hay palabras» que describan este nuevo incendio. «No hay palabras para describir el nuevo incendio en un asentamiento chabolista. El tercero en siete días. Es de una impotencia absoluta. Nos hemos acostumbrado a que la gente malviva en estos espacios y miramos para otro lado cuando sucede alguna de estas desgracias. Más de 200 viviendas quemadas, un herido y mucha miseria» apuntan desde la asociación.
«Pero estamos en Almería, en Europa, ¿cómo es posible que las personas se vean obligadas a vivir en sitios así?. ¿Cómo es posible que no se den respuestas claras a estas situaciones?. ¿Realmente se quiere atajar este problema?» se preguntan.
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Desde Almería Acoge y la Federación Andalucía Acoge creen que es «necesario y de justicia cambiar esta situación». «Creemos que hay remedio para atajar tanto sufrimiento y pobreza. Creemos que las administraciones tienen una obligación clara y que la sociedad al completo tiene que estar en esa solución», apuntan desde Almería Acoge.
Dentro de estas situaciones surgen halos de esperanza y «personas que dan la cara», asegura el director de Almería Acoge, Juan Miralles. «Desde la miseria y la desgracia surgen personas que dan la cara. Estuvimos allí muchas ONGs tratando de ayudar, pero la primera ayuda surgió del mismo asentamiento. Antes de que nadie llegara ya se habían empezado a organizarse para no pasar hambre y frío, para tener donde guarecerse en un día de lluvia como fue el domingo».
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En ese sentido, hacen un llamamiento. «La ayuda externa es importante, pero más importante es el apoyo, el sentir que hay personas a las que les preocupa su situación. Esto los anima a no hundirse aun más en el choque que les produce la sociedad de la opulencia en la que ellos son, para algunos, pequeñas piezas prescindibles y maltratables», sentencian desde la asociación.
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