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Pescar entre la maleza

No es la primera vez que se dice, sobre todo, por parte de grupos ecologistas que el mar es el gran vertedero del mundo. Parece algo como lejano, como que no se ve, como que no exista, y como ejemplo claro de ello, el de las recientes riadas del pasado 28 de septiembre. Hemos visto y todavía vemos maleza y basura en algunas playas de la comarca del Levante, como consecuencia de lo que arrastró el agua a su paso por ramblas y ríos, pero no todo lo 'arrastrado' está en la costa, aunque sea lo que más se ve.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 10:15

 

Se ha hablado durante este más de mes y medio de los destrozos en carreteras, infraestructuras, de los vertidos de aguas residuales a ramblas y ríos debido a la desaparición de depuradoras, pero no se ha hablado casi nada de lo que hay mar adentro, y quiénes sí saben muy bien qué hay son quienes trabajan allí, más allá de la costa, y lo califican como «increíble». Los pescadores de Garrucha llevan más de un mes pescando árboles, ramas, troncos, tubos y hasta maletas... Los peces ya no son los que se enredan en las redes de los 'hombres del mar', ahora van entrelazados con kilos y kilos de matojos y de restos de todo lo que las riadas depositaron en el ancho mar. Los problemas miles, las soluciones, de momento, ninguna.

Así lo cuenta y lo muestra el Patrón Mayor de la Cofradía de Pescadores garruchera, Gaspar Giménez, quién expresa su malestar ante una situación que se prolonga en el tiempo sin una ayuda, sin una respuesta, sin una alternativa, y que viene a agravar la situación de un sector ya de por sí castigado. «El mar se ha quedado de vertedero. Hemos mandado escritos y fotografías de lo que nos estamos encontrando a todas las administraciones posibles. En mes y medio, lo único que hacemos cada vez que salimos a la mar es recoger basura, romper artes y barcos porque navegamos entre un sinfín de porquería. Hemos sacado ya toneladas de basura, miles de naranjos y otros árboles 'navegan' por el agua, en los primeros días tras las riadas, tres barcos que salieron a faenar lo único que consiguieron fue romper tres artes, y cada una de ellas cuesta 6.000 euros. Todo, absolutamente todo está en el mar. Hemos limpiado con barcos de arrastre, en 700 metros de profundidad, donde se pesca la gamba, evidentemente, allí no podemos pescar otra cosa que no sea maleza. Tenemos la mayoría de los caladeros obsoletos. Ahora mismo estamos saliendo, en lugar de a pescar, a limpiar».

Se han convertido, por lo que cuenta Giménez, en los basureros del mar. Asegura que, si antes ya era difícil, ahora todos los día «hay entre ocho y diez buques amarrados. Uno que se lo ocurrió salir a los diez minutos se le paró el barco y sacó seis árboles grandísimos. Nosotros salimos la semana pasada antes del amanecer y mientras íbamos navegando escuchábamos porrazos en el barco, cuando empezó la primera luz del día, nos dimos cuenta que eran más de 200 tubos de PVC entre lo que navegábamos», asegura. Han contado diez frigoríficos, miles de árboles, incluso, «cuatro maletas, hay de todo», y lo peor es que «llevamos más de cinco semanas perdidas y sin ayuda de ningún tipo. Se lo hemos dicho a la directora general de Pesca y nos ha respondido que para esto no hay ayudas, y nos preguntamos que si no hay ayudas económicas para nosotros, por lo menos, que nos ayuden a limpiar todo esto, que podamos pescar, trabajar, porque entre unas cosas y otras no sé qué vamos a hacer ya», cuenta con indignación este patrón de barco que el mismo día en que nos ofrecía fotografías de cómo estaba el mar, de cómo navegaban en medio de una gran mancha color chocolate, llena de ramaje y otros enseres, llegaba a Puerto tras solo dos horas de embarque cargada nuevamente de basura, enmarañada entre las redes y los pocos peces y pulpos que se habían enganchado en ese amasijo que formaban la red, las ramas, las plantas.

Gaspar Giménez aseguraba que desde hace un mes en tres ocasiones se ha cerrado el puerto de Villaricos embozado de la maleza que arrastran las mareas. Ha perdido la cuenta de los contenedores que han llenado día tras días en sus intentos de salir a faenar, trayendo pocos peces y mucha basura.

En tierra, poco conciencia, y en el mar, un gran vertedero.

 

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