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Antas vivió un día inolvidable con Julio Alfredo Egea

Fue un día memorable el que se vivió en Antas en torno a Julio Alfredo Egea, uno de los más grandes poetas de su generación, que se acercó hasta la capital de la edad del bronce para compartir una jornada de poesía y camaradería con sus lectores de este rincón del universo.

Javier Irigay

Martes, 10 de mayo 2016, 08:31

 

El poeta llegó a Antas con un agradable sol de otoño que nos acompañó durante el recorrido por las calles del pueblo. No faltó el recuerdo al poeta local, Antonio Jesús Soler Cano, encarnado en la presencia de su hermana, Mari Carmen, y presente en las piedras de las casas que le vieron nacer y le acompañaron hasta la muerte.

Los versos de Juana de Ibarbourou en la voz de Enrique, alquimista de los alimentos que compartimos luego, constituyeron, tras el encuentro con tantos y tan buenos amigos, una de las sorpresas que aguardaban a Julio a lo largo del día pues, ni por asomo podía esperar, ni él ni nadie de los presentes, escuchar poemas de la poetisa uruguaya que fuera su amiga en aquella recoleta Plaza de la Iglesia de Antas.

Durante la comida hablamos, sobre todo, de lo humano y, cómo no, de poesía. De los poetas que gustaban al maestro y del recuerdo del granadino Javier Egea "el mejor poeta, sin duda y con diferencia de todos los de su grupo" y al que conoció bien desde su nacimiento, pues era buen amigo de su padre, hasta su muerte: poco antes de su suicidio coincidieron como jurados de un premio literario en el castillo de santa Catalina, en Jaén

A los postres, la mirada del poeta se tornó líquida entre las notas de las guitarras y las voces de Sensi Falán y César Maldonado que ofrecieron a Julio un ramillete de canciones que ocupó toda la estancia y todos los corazones presentes.

Entonces tomó cuerpo el Manifiesto de El Argar, la unión de más de un centenar de creadores y de personas vinculadas al mundo del arte, la cultura y el pensamiento y se adoptó el primero de sus compromisos: la lucha por la recuperación y promoción del, tan rico como abandonado, patrimonio histórico y cultural de nuestra tierra.

Más tarde, en los bajos de la oficina de Correos, el escritor albojense Pedro Felipe Sánchez Granados recorrió la vida y vasta trayectoria del poeta de Chirivel y quiso destacar de él una frase que aún conserva: "Pienso -dice el poeta- que cada hombre tiene un tiempo, un momento para ser útil y debe conseguirlo contra viento y marea, en cualquier circunstancia". En estos momentos de consternación, asombro y rabia que acontecen, las palabras de Julio son un acicate contra la inacción y contra el conformismo.

El público asistente leyó los versos del decano de los poetas almerienses y Julio Alfredo Egea cerró, con su voz, una memorable noche antusa y dejó su entrañable e imborrable recuerdo: el de un hombre extremadamente generoso.

 

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