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Jennifer Simón Carrión
Martes, 10 de mayo 2016, 10:34
Sin embargo, siempre hay quien intenta levantar la voz y buscar la justicia pese a todo. Eso es lo que hizo Isabel Álvarez de Toledo, Duquesa de Medina Sidonia, según explica José Herrera Plaza, quien desde hace décadas se marcó un compromiso personal y profesional en la causa de Palomares, realizando un seguimiento hercúleo y exhaustivo de todo lo que tiene que ver con el asunto. De hecho, Herrera presentará en breve una publicación que ya se ha calificado como «definitiva» sobre el accidente nuclear. Ya hace unos años publicó el documental 'Operación Flecha Rota', una cinta cargada de testimonios e imágenes de gran interés referente al tema. Herrera Plaza cree que es de justicia hacer un homenaje, ahora en la conmemoración del 50 aniversario de las bombas, a aquella mujer, y por ello, hace un par de meses presentó en el Ayuntamiento cuevano una instancia para solicitar la concesión «de una calle principal en cada una de las barriadas (Palomares y Villaricos) con el sencillo nombre de Duquesa de Medina Sidonia, como era nombrada por los vecinos, para conocimiento de las generaciones presentes y memoria de las futuras». El cámara de la televisión andaluza resume la historia que unió a la Duquesa con Palomares, en aquellos años del accidente, en 1966, a pesar de que le costara, incluso, la condena a prisión. Para Herrera, fue la «única persona en aquellos duros momentos, nadie más, que intentó desmontar la historia oficial, amparó, asesoró y ayudó a los vecinos empleando sus energías, seguridad personal, hacienda y libertad, en contraposición con el régimen y la sociedad de su tiempo». De hecho, y «a pesar de su independencia política, la vilipendiaron y apodaron 'Duquesa Roja'». Cree Herrera que es "justa y necesaria" una muestra de "gratitud" aunque sea simbólica "por parte de la comunidad a la que un día ayudó". Duquesa Roja Luisa Isabel Álvarez de Toledo leyó en aquel febrero de 1966 lo que había ocurrido y también que «los yanquis habían mostrado su generosidad proverbial, inundando a los presuntos damnificados en un río de dólares que, en lugar de calmar la avaricia pueblerina, había servido para excitarla». Sin embargo, cuando en marzo llega al lugar comprueba que las cosas no son como las publican los medios y observa «que los intereses norteamericanos y del Gobierno se priorizaban por encima de aquellos ciudadanos españoles», eso le hace tomar partido «mediante el asesoramiento y defensa de su salud y derechos civiles, a pesar que es fuertemente hostigada por la policía política de la dictadura, la Brigada Político Social y la Guardia Civil, que la expulsa del pueblo e incluso es ? según testimonio de Rafael Lorente y ella misma ? amenazada de muerte». La Duquesa hace venir médicos de Madrid y abogados, para que asesoren y visiten a los vecinos e intenta remediar el desamparo de los mismos a través de la Embajada en Madrid y con cartas a Franco, intentando además amortiguar el aparato propagandístico de EE.UU y la dictadura denunciando la situación en entrevistas que concede. Todo eso lo explica Herrera en su instancia, y también recuerda: «cuando se cumple el primer aniversario, organiza un viaje para una representación pacífica de 40 vecinos en la Embajada de Madrid por las reclamaciones insatisfechas. Cuando se emprende la marcha a Cuevas para tomar el autobús fletado y costeado por ella, aparecen alrededor de 100 guardias civiles armados con metralletas como único equipo antidisturbios, más un número impreciso de policías de paisano, ante unos 200 o 300 ciudadanos desarmados. Es detenida en medio de un tumulto que ella se encarga personalmente de apaciguar para evitar una posible carga policial de imprevisibles consecuencias. Posteriormente es juzgada por el Tribunal de Orden Público y condenada a un año y un día de prisión por manifestación ilegal violenta». Ante la historia, Herrera pide que «al igual que el pueblo de Águilas reconoció en 2013 la labor humanitaria del pescador Bartolomé Roldán, que rescató del mar al comandante y copiloto del bombardero, dándole su nombre a una avenida», ahora Cuevas sea capaz de reconocer la implicación de la Duquesa de Medina Sidonia con el nombre a una calle y si puede ser que «se cuente, en dicho acto de homenaje, con aquella persona con la que compartió su vida en las últimas décadas y actual presidenta de la Fundación Medina Sidonia, Liliane Dahlmann, Duquesa viuda de Medina Sidonia».
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