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Reconstruyendo sonrisas infantiles

Cuando se confía en el poder de la sonrisa, cuando se tiene fe en el hombre y en que un mundo mejor es posible, cuando se pone el alma en proyectos que siembran la risa y motivan a los niños a pesar de la miseria de su entorno, es cuando las pequeñas cosas pueden causar un gran impacto. Las tragedias suceden y, excepto el que las ha sufrido, parece que luego ya no existen. Pero, sin embargo, las consecuencias de ellas continúan y hay personas y niños luchando por sobrevivir a las mismas. Muchas veces, es necesario reír para seguir adelante, y que te hagan reír. «Un día sin sonrisas es un día perdido» y ver que eres capaz de hacer reír a alguien que está pasándolo mal es una experiencia inolvidable. Es la historia de Miguel Ángel, Hugo, Edu y Nacho y de miles de sonrisas.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 10:24

El huercalense Miguel Ángel Cantizo organizó en noviembre en su localidad natal un evento solidario con el fin de recaudar fondos para formar parte de un grupo de artistas que se iban a Nepal, a hacer reír a los niños. Consiguió lo suficiente para llevar regalos, como material escolar a los pequeños de aquella zona sacudida por los terribles terremotos, y también para que una fábrica local confeccionara 150 jerseys que dieran calor en el frío invierno a esos pequeños que habían perdido todo... o casi todo, porque, gracias a Hugo, Nacho y Edu y su proyecto de clown, teatro y circo 'Circlosión de Carcajadas', y también a Miguel Ángel, en diciembre, volvieron a recuperar las risas y también el calor, gracias a aquellos jerseys que recibieron, sin palabras, con una cara de agradecimiento que lo decía todo. Tardaron dos segundos en ponérselos. Miguel Ángel y Hugo se conocieron hace dos años en Noruega. Hugo le contó al almeriense que cuando ahorraba algo de dinero y tiempo se iba con dos amigos a hacer proyectos de payaso y circo social a lugares necesitados. «Le dije que lo admiraba muchísimo. Que me iría así al fin del mundo», aseguró el huercalense. En octubre, Hugo le cuenta a Miguel Ángel el proyecto para ir a Nepal a las zonas más damnificadas por el terremoto, le preguntó si se iría con él. «Le contesté que sí y me puse manos a la obra a organizar un evento para recaudar fondos en Huércal-Overa, colaboró con nosotros Lidl y la Fundación Cruzcampo, además de un montón de comercios locales y personas individuales, en total pasamos tres semanas en Nepal haciendo espectáculos de circo social y payaso en orfanatos, colegios, hospitales y mercados, de las zonas más golpeadas por el terremoto y además, con el dinero que recaudé , compré 150 jerseys escolares, producidos en un taller local que los repartí en dos colegios, uno de ellos a más de 3000 metros de altura, y otro en un pueblo que fue totalmente destruido por el terremoto», contó a IDEAL Cano Santizo, que además fotografió y grabó en vídeo la experiencia, dado que es productor audiovisual y ya ha realizado varios trabajos, y participado en proyectos humanitarios. «En muchos, pero en este la diferencia es que comprobábamos el impacto positivo de inmediato. Nepal está muy muy mal, y los hacíamos reír a carcajadas», apuntó. El terremoto en Nepal pegó muy fuerte y «destruyó muchísimos hogares, pero lo grave viene ahora que llega el invierno y las casas temporales que tienen están hechas de chapas metálicas...que te puedo asegurar (porque he dormido en ellas) que es como estar en la calle; por otra parte, Nepal está sufriendo un bloqueo político por parte de India, con quien comparte prácticamente toda su frontera (el resto es con China...). Este bloqueo está causando un déficit de petróleo, gas y medicinas por lo que la situación humanitaria es muy grave», explicó Miguel Ángel respecto a la situación que allí encontró. Y además, añadió: «Los niños son los que más sufren» y para hacer este tipo de proyectos hay un importante factor motivacional: «porque los niños, con lo mal que lo estaban pasando en casa y con el déficit de atención que tenían de sus familias (centradas en la reconstrucción de sus hogares y en obtener de víveres), carecían de motivación para el colegio y es cierto que nuestras actuaciones eran un subidón para ellos. Cuando pasábamos 2 o 3 días en un mismo poblado podías ver a todo el mundo sonriéndonos por la calle. Fue muy emotivo la verdad».

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