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Acampa a las puertas del Ayuntamiento de Garrucha por un trabajo digno

Tiene 50 años y una discapacidad del 47%. Está sola y tiene una hija a la que no puede dar de comer y tiene que estar con su padre. A pesar de todo eso no está en paro, ni recibiendo ningún tipo de prestación, según explica. Está trabajando. Lo hace desde hace siete años para una empresa de servicios sociales... Curiosa la vida. Se llama Teresa Gámez, en la tarde del sábado, desesperada, decidió acampar en las puertas del Ayuntamiento de Garrucha, con un saco de dormir, una botella de agua y un bocadillo.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 08:27

 

Lo hizo después de haber intentado en su empresa, en el servicio de empleo, en la asistenta social hallar una solución a su indigna situación. Esa que te sitúa en la paradoja de estar trabajando para cobrar 210 euros al mes, es decir, para malvivir. A Teresa se le quiebra la voz cuando explica cómo lo está pasando. Recuerda que lleva siete años trabajando para Clece Servicios Sociales, empresa concesionaria de Diputación para la atención a personas mayores, y que fue delegada sindical en la empresa, consiguiendo algunas mejoras en las condiciones laborales de los empleados. Después dejó ese cargo y tuvo un problema de salud que la tuvo 10 meses de baja. Cuando volvió a su puesto de trabajo empezaron los problemas. No sólo el "maltrato", explica a IDEAL, con el que me están haciendo sufrir a diario, "diciéndome que tengo que demostrar mi valía, cuando siempre he hecho correctamente mi trabajo, e incluso gritándome, sino también haciéndome la 'jugada' de ir quitándome horas de trabajo hasta dejarme como ahora, con un salario de 200 euros que no me da para vivir. Están maltratándome, han respetado la antigüedad de otras compañeras, pero la mía la saltan, me dijeron incluso: no te vamos a echar, tendrás que irte tú, sin paro y sin prestación, pero es que además no tengo derecho a prestación alguna porque la cotización no es suficiente". En definitiva, se encuentra atrapada en un trabajo que la condena a la miseria. Algunos amigos se acercaron durante esa tarde a mostrarle su apoyo, a llevarle algo de comida y darle ánimos. Teresa pretendía hacer una huelga de hambre, pero ni siquiera puede hacer eso, tiene anemia y no lo soportaría su salud. Pero, eso sí, tiene claro que estará en las puertas del Ayuntamiento de Garrucha hasta que pueda tener un contrato que le asegure el salario mínimo interprofesional. "Qué mínimo para poder vivir dignamente trabajando", expresa. Algunos comentaban al conocer lo que estaba haciendo Teresa: qué país este en el que hay que suplicar un empleo que te permita vivir dignamente.

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