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Propietarios de chiringuitos, miembros de la plataforma 'Save our chiringuitos' y de Somos Mojácar, analizando los planos del paseo que partirá por medio los locales.
Mojácar: no dominó, no música, no bañador... ¿no chiringuitos?

Mojácar: no dominó, no música, no bañador... ¿no chiringuitos?

Los últimos años están siendo de cambios, con decisiones polémicas que afectan al turismo: del 'desmadre' del botellón a 'partir' locales de playa

JENNIFER SIMÓN

Sábado, 13 de mayo 2017, 23:23

La pequeña Ibiza andaluza está cambiando. Ya no se oye, ni en el recuerdo (por las multas) el 'Mujeres, Mojitos, Mojácar' que Moree Mk. hizo famoso en medio mundo desde la costa mojaquera, lugar de fiesta juvenil y nocturna por excelencia en la provincia almeriense. Es cierto que todo cambia, pero también lo es que, en ocasiones, se pasa del todo a la nada.

Ni tanto. ni tan calvo, que se suele decir. Y para muchos, eso es lo que está pasando en Mojácar después de analizar los últimos años de decisiones polémicas que está tomando el equipo de Gobierno local, del Partido Popular, liderado por la alcaldesa Rosa María Cano. Ni la música infernal a altas horas de la madrugada, ni el silencio más absoluto; ni desvergonzados que destrocen el pueblo, ni maniquíes inmóviles; ni golpes a deshoras ni no mover una sola ficha de dominó; ni toda la playa para un particular, ni una costa desierta y sin vida. Ni una cosa ni otra.

Sin embargo, parece que el camino emprendido en Mojácar, desde que el botellón y la música de sol a sol en las playas campara a sus anchas sin ningún límite, va hacia la prohibición y los recortes más estrictos, y habrá que ver las consecuencias en el turismo y la economía local, que vive, en su amplia mayoría, de los visitantes y de las empresas de la costa, sobre todo, en verano. Haciendo memoria, los problemas comenzaron hace ya algunos años.

Allá por 2012, el botellón, las fiestas en las playas, la música a todas horas, en los largos veranos mojaqueros, se habían desmadrado de tal forma, que un tramo de su litoral se convertía desde las 4 de la tarde en una especie de 'selva' con imágenes no aptas para todos los públicos.

Ciertamente, todos los representantes del municipio coincidían en que algo había que hacer. La primera edil mojaquera empezó su batalla particular contra un turismo «pellejero» que solo ocasionaba «molestias», según apuntó en 2013, después de un año anterior con 3.400 multas por botellón y con la vista puesta ya entonces en una ordenanza contra el ruido que dio la vuelta al mundo por prohibir jugar al dominó en las terrazas.

Ya entonces,Cano afirmó que iban a ser «inflexibles» para evitar que «el paraíso que era Mojácar se convirtiera en «un infierno de juergas descomunales».

Lo de la inflexibilidad lo está cumpliendo, a juzgar por las prohibiciones y medidas tomadas año tras año. La ordenanza del botellón, y su prohibición de beber al aire libre, hizo que se multara incluso a jóvenes por beber agua en las inmediaciones de un chiringuito hace cuatro años; la del ruido, levantó mucho 'ruido' precisamente, por no permitir andar con tacones en casa, juegos como el dominó o a los dados al aire libre, o música en directo en los locales, así como gritos o cualquier comportamiento que ocasionara ruidos, bajo multas de entre 300 y 3.000 euros. Añadiendo que se medía el nivel de sonido en algunos establecimientos e, incluso, se impedía las actuaciones de DJs, entendiendo que eso «no era música».

A todo ello ya le había precedido el tema de los plenos, actos públicos, que no permitía grabar porque decía sentirse «cohibida» a la hora de hablar al estar siendo grabada. Finalmente, la presión vecinal hizo que accediera a que una empresa contratada por ella, grabara los plenos y los subiera a la web municipal.

El botellón y el ruido fueron la antesala de otras prohibiciones, como la que llegó hace casi dos años, la de los disfraces indecorosos y el bañador. En la ordenanza de convivencia ciudadana, Cano incluyó otra medida que también acabó dando la vuelta a medio mundo, la de no poder ir disfrazado o en bañador por las calles mojaqueras.

El objeto eran las despedidas de soltero y otros eventos similares, en los que la gente se disfraza y lleva «diademas de penes» u otros elementos que para la regidora resultan «indecentes» y que «dan mala imagen al pueblo». De ahí la prohibición.

Al igual que la de ir en bañador, atendiendo según palabras de la primera edil, a según qué tipo de persona en traje de baño, porque «no es lo mismo un padre de familia que se le han olvidado las llaves y va un momento de la playa al apartamento en bañador, que el típico cachas que se pasea enseñando músculos, y que ya se sabe de que va». Es la idea que mencionó en el pleno en el que justificó esta medida.

Este año también tiene su propia prohibición. Según el plan de playas, los chiringuitos no podrán tener nada más que hamacas apilables, además de establecerse que solo podrán solicitarlas del 15 de marzo al 15 de octubre, a pesar de que se vende Mojácar como un destino para todo el año. Con ello, de las camas balinesas, tendencia en los beach clubs de mayor calidad, ni hablar.

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