«No hay que tenerle miedo a la vacuna, es el único modo de ganarle al virus»

Mientras esperaban a que pasen los diez minutos de espera tras ponerles la inyección, IDEAL habló con algunos de los protagonistas de la jornada para conocer cómo habían recibido la noticia de que serían de los primeros Carboneros en recibir la inmunidad, mediante la vacuna, frente al covid-19.

«Tenía muchísimas ganas de vacunarme porque yo ya tengo una edad y mi salud es muy delicada», comentaba Manuela Hernández tras recibir su primera dosis de Pfizer.

Esta vecina, que aseguraba no salir a la calle por miedo a contagiarse, fue llamada el pasado martes por el SAS para darle su cita. «Llamaron al teléfono de mi hijo y le preguntaron que si quería vacunarme contra 'el bicho', él dijo que si y después de colgar me preguntó que si me quería vacunar y le contesté que por supuesto que si. Yo siempre le he tenido pánico a las agujas, y cada vez que me he tenido que vacunar me daba un no sé qué, pero tal y como está la cosa no hay que pensárselo mucho», aseguraba Manuela mientras una sanitaria la vacunaba.

Manuela asegura que lleva meses sin ver a su bisnieta, que reside en Antas, y ahora mismo lo que más desea es que «se aclare un poco la cosa» para poder «salir más tranquila a la calle y ver a los míos...»

Francisco Díaz cumple los 82 años el próximo mes de mayo y para entonces ya estará inmunizado contra el coronavirus. Francisco asegura que «no hay que tenerle miedo» a la vacuna, pues es la única «forma de retirar esta maldita enfermedad».

Beatriz López contaba que apenas durmió la noche antes de vacunarse. La impaciencia de quien lleva tiempo esperando se apoderó de ella y «he visto todas las horas del reloj, niña» comentaba mientras esperaba en el coche los diez minutos reglamentarios.

Esta mujer de 84 años, que recibirá la segunda dosis dentro de tres semanas y será inmune al virus, asegura que está deseando poder abrazar a sus nietos y conocer al más pequeño de todos al que solo ha podido ver en las fotos que le enseñan por teléfono. «Tanto mis hijos como mis nietos y yo, tenemos mucho cuidado, los que viven aquí vienen a verme pero no entran a casa por temor a que me ponga malita con este maldito virus», aseguraba esta vecina carbonera.

«Es muy duro no poder ver a los tuyos como antes... Nos ha cambiado la vida radicalmente... Espero que con la vacuna todo mejore», apuntaba.

Juan, que reside cerca del centro de salud y pudo acercarse andando, animó a todo el mundo a ponerse la vacuna cuando les llamen. Él dice no gustarle mucho que le pinchen, pero aseguró que no se dio cuenta, «es un momento».

María asegura que echa de menos viajar con sus amigos de la Tercera Edad como hacían antes de que el coronavirus llegara a sus vidas, y espera que con la vacuna y la inmunidad de casi todo el mundo puedan volver a compartir viajes y disfrutar «un poquito más los días que nos quedan».

La mayoría de los ancianos acudieron al centro de salud de Carboneras acompañados por sus hijos o nietos, como Monserrat acompañó a sus padres a recibir la vacuna. «Para nosotros es una alegría este día, porque damos un paso más a poder respirar un poco más tranquilos. Ellos no han notado mucha diferencia en su rutina porque vivimos cerca y siempre hemos estado juntos, pero hay casos de vecinos que al vivir sus hijos fuera y estar los pueblos cerrados, llevan más de un mes sin ver a los suyos» comentó Montserrat.