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«Buscando 'Verdades' mudas que llegan a susurrar»

Las caras eran todo un poema. Poco a poco fueron descubriendo 'los tesoros' que había bajo la tierra. 'Tesoros' sin valor económico, pero con un enorme valor histórico, y, por lo tanto, humano, porque los objetos o restos que hallaban pertenecieron a nuestros antepasados y estaban susurrando una forma de vida, de cultura, de pensamientos. Los de antes, los que heredamos a pesar de los cambios. Las caras que eran un poema eran las de los pequeños arqueólogos que estaban descubriendo todo esto en Vera, en el yacimiento denominado Fuente del Algarrobo, bajo el suelo del recinto ferial de El Palmeral, y justo al lado de la Cabaña Prehistórica. No había trampa ni cartón.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 08:35

Eran conchas y restos de cerámica lo que empezó a aparecer después de 'rascarle' un poco a la tierra. Eran un grupo de chicos y chicas de ESO que dirigidos por el Director Técnico del Museo Histórico Municipal de Vera, Domingo Ortiz, se acercaban y adentraban en el mundo de la arqueología viviendo una experiencia tan cercana a la realidad de una excavación arqueológica que tanto sus herramientas como sus hallazgos eran totalmente reales.

Ortiz les guió en todo momento, y así eligieron el lugar, lo acotaron con clavos e hilo y con paletas, palas, brochas, cubetas, rascador, tamiz. fueron 'rescatando' conchas que sirvieron hace miles de años como abalorios o restos de cerámica que fueron los recipientes que usaron los antiguos pobladores de la zona.

'La verdad muda'

«Lo interesante de las excavaciones -les recordaba a los alumnos, Domingo Ortiz, tal como escribió en uno de sus artículos hace tiempo- no consiste tanto en encontrar tesoros o joyas, sino el esfuerzo mental, la gimnasia que supone sacar a la luz una verdad que yace enterrada muchos años. Una verdad muda a la que es preciso hacerle hablar». Y eso es lo que hacía Domingo, cada vez que un joven llegaba con lo que pensaba podía ser una pieza interesante: «ciertamente es un trozo de cerámica, seguramente fue parte de la base de una olla- les decía -mirad, tiene una parte plana y podría colocarse así y a partir de aquí podemos hacer el dibujo aproximado de cómo sería el recipiente, cómo se haría y para qué se usaría». Tenían el plano dibujado en papel y apuntaban dónde y qué había surgido de la excavación, las piezas las iban lavando y apartando para luego guardarlas en una bolsa con su etiquetado y sus detalles con el fin de profundizar en su análisis fuera del campo de trabajo. Los jóvenes disfrutaron y escucharon al arqueólogo matizarles ciertos valores más allá de lo acostumbrado en la sociedad actual. Disfrutaron a pesar de algunas impaciencias. «¿Otra piedra sin valor?», exclamaba uno de ellos tras sacar tres. «Hay que tener paciencia. Hay ocasiones en que tras todo un día de trabajo no se encuentra nada», le contestaba Ortiz.

Estos jóvenes participaron así en el Taller de Arqueología incluido en el programa de Verano de la Ludo Joven llevado a cabo por la concejalía de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Vera. El promotor y también el que se ha encargado del mismo ha sido Domingo Ortiz, quien nos cuenta un poco el inicio de la iniciativa: «tras un largo proceso de investigación y formación, se pusieron en marcha una serie de talleres y actividades didácticas y pedagógicas con el objetivo de explicar la actividad arqueológica desde otro punto de vista. Nuestra intención es darle un enfoque nuevo y renovado a los contenidos referidos a la investigación arqueológica, sobre todo, sustentados en conocimientos científicos sólidos y contrastados y eliminando falsos mitos y creencias. Las actividades que desarrollamos están dirigidas a los alumnos de la Enseñanza Primaria y ESO. Y son fundamentalmente de carácter práctico, aunque sin olvidar la parte teórica. Es a la vez una actividad distendida, pero sin dejar de lado el rigor científico y el elemento formativo». Entre los objetivos marcados con este tipo de actividad se encuentran los de «motivar e interesar al alumno en actividades de carácter científico a través de procedimientos didácticos, así como, realizar actividades grupales con alumnos para el desarrollo de su capacidad de cooperación y de trabajo en equipo tomando como modelo a la investigación arqueológica y crear en el alumno interés y preocupación por el Patrimonio Arqueológico e Histórico que les rodea e inculcarle el respeto al medio ambiente: flora y fauna, como recursos necesarios para la subsistencia y el desarrollo humano».

La Cabaña Prehistórica de la Cultura de Los Millares, reconstruida en el mismo lugar donde existe un yacimiento arqueológico de esta Cultura de la Edad del Cobre, habilitado por el Ayuntamiento como Parque Etnoarqueológico, fue el escenario en el que estos jóvenes pudieron saber algo más, aprender algo más y valorar algo más. Incluso se interesaron por algunas explicaciones en la línea comentada anteriormente por Domingo Ortiz, como fue la de cómo hacer un fuego con las 'pelusillas' de una flor (Diente de León) que allí había y dos piedras compuestas de unos elementos concretos. «Eso será para otro taller en el que podremos hacer arqueología experimental y comprobar cómo se vivía y se puede vivir en la naturaleza, y a partir de ella», concluía el arqueólogo.

 

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