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El Largo Estío

Miren ustedes, hay apariencias que engañan. Eso dice al menos el sabio y extenso refranero popular español, y sin duda alguna, es cierto.

Juan García Conesa

Martes, 10 de mayo 2016, 09:11

Hace unos años, no tantos, unas décadas si se quiere, en España no existía el concepto de veraneo, que sí el de verano; trabajar con arte y sabiduría de manera normal bajo un calor asfixiante. Más tarde, gracias a las visiones futuristas y futuribles del Sr. López Rodo y sus Planes de Desarrollo, a las divisas que enviaban los millones de españoles que de manera sufrida habían emigrado, y del descubrimiento del turismo como fuente de ingresos, así como el final político de aislacionismo franquista, con la contraprestación de ayuda servil prestada a los norteamericanos, las cosas, digo, empezaron inexorablemente a cambiar. De manera progresiva, el concepto de veraneo se fue instalando en nuestras vidas de un modo cotidiano.

Era este un veraneo asociado únicamente al mes de Agosto. Agosto era sinónimo de vacaciones, seiscientos, tortilla de patatas, baños y apartamento en Torrevieja o Benidorm, La Manga del Mar Menor, Costa del Sol y sangría ( en todos los sentidos ), calentones, guateques y olé.

 

Poco después y casi sin darnos cuenta, con la requetemodernización del país, la entrada en la entonces C.E.E. y nuestro tímido ascenso al Estado de Bienestar, el veraneo dejo de estar únicamente asociado al mes de Agosto, y se introdujeron de soslayo los meses de Junio, Julio y Septiembre para acompañar al solitario mes de Agosto, como fuente de descanso merecido.

Acompañando de manera irrefutable a esos meses de veraneo, el país, su actividad, noticias y las emocionantísimas acciones institucionales del Estado quedaban sumidas en un letargo estival, digno de parecerse al coma, donde no ocurría nada que fuese sobresaliente como para ser destacado, importante o trascendente.

Si bien, esa pausa siempre ha sido ficticia, ahora más que nunca es impostada, falsa y artificial. Lo primero es que han sucedido cosas, vaya si han sucedido. España se incendia, literalmente. Es un hecho. De manera sistemática nuestros ya escasos y menguados bosques se ven acechados por incendios que persiguen en la mayoría de los casos intereses urbanísticos y madereros que ante la falta de recursos y el recorte constante del presupuesto destinado a medios contraincendios han favorecido el que las llamas den buena cuenta de bosques, propiedades y en algunos casos con la tragedia de la pérdida de vidas humanas.

Además de estos sucesos, el hecho de que el gobierno se encuentre aletargado, tomando aire, semiescondido, como un barco lento, torpe y poco marinero que se ve obligado a resguardarse de una tormenta en un puerto refugio, esa actitud, no hace que las cosas dejen de ocurrir, ni que el mundo se detenga. Aunque bien es verdad, que el silencio sobrevenido sobre nuestro grácil Presidente, y sus secuaces ministros/as, ha motivado el que al menos no nos llevemos más sustos desagradables. Pero créanme, ese silencio que en una primera fase puede ser un alivio, en los organismos internacionales, entre nuestros iguales europeos, se torna peligroso, torticero y malintencionado, y se pregona de cancillería en cancillería, que nuestro Gobierno anda cada vez más perdido, dando muestras de nuestra vulnerabilidad institucional, sin saber cómo reaccionar, cómo encarar la difícil situación en la que andamos y de la que nuestro actual Gobierno no solo es heredero, sino actor principal, protagonista y totalmente responsable.

Desde mi humilde punto de vista el rescate económico, que va a seguir al financiero sobre el sistema bancario, es un acto consumado. Da igual que el Gobierno haya pactado junto a sus voceros y lameculos oficiales no hablar al respecto. Las cartas están sobre la mesa, y pintan bastos para España, o mejor dicho, para los/as españoles/as, y ni siquiera para todos/as, que siempre hubo clases. Se trata en estos momentos, de decidir las condiciones y de argumentar como se puede vender un fiasco tan grande en la vida de nuestro país que nos va a hacer retroceder hasta los tiempos en que solo las suecas veraneaban en España, con el menor gasto político para este pésimo Gobierno. El debate ya no es por tanto si España será rescatada o no, sino el cuándo y el cómo.

Esta vez Don Mariano no va a encontrar la Eurocopa para ir a disfrutar de un merecido descanso por el trabajo bien hecho, como cuando tuvo los santos cojones de vender como un triunfo el rescate europeo a la banca española, pero al menos la liga de futbol ya ha comenzado y eso da mucho juego para alternar en cafés y colas de supermercados y tener alternativa de dialogo distinta de la de la puñetera crisis y este gris Gobierno. Prepárense para un Otoño cuando menos templado, y no me refiero al socorrido cambio climático.

 

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