Homenaje a Bartolomé Roldán por su rescate en enero del 66 en Palomares

Aquel día, aquel 17 de enero de 1966 nadie podía sospechar lo que iba a ocurrir, tampoco Bartolomé Roldán, un pescador de Águilas que aquella mañana salió como solía hacerse antes del amanecer, casi a medianoche, con otros cuatro marineros más en su embarcación, 'Dorita', y se convirtió en un héroe, un héroe anónimo, un héroe al que se le dio por su hazaña en su momento, una Medalla del Salvamento de Náufragos y una pequeña cantidad de dinero, en concepto de las molestias recibidas durante los días que no habían podido ir a pescar meses después del accidente de dos aviones norteamericanos en Palomares. A él y el ya conocido Francisco Simó Ors, 'Paco el de la Bomba', que sí ha pasado a la historia por ser el que, además de ayudar a un tercer naufrago aquel día, hallara una de las bombas nucleares que cayó al agua.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 09:32

 

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Pero, hace unos días en Águilas, además, y 46 años más tarde de aquello, Roldán recibía un merecido homenaje por haber sido vital en la vida de aquellos pilotos norteamericanos que cayeron al mar tras el siniestro. Él asegura no saber muy bien, hoy día, a sus 86 años, porqué tanto revuelo por algo que toma como normal, salvar la vida de un hombre en apuros, es algo que para Roldán no es nada extraordinario; pero lo es, no sólo por el hecho en sí, sino porque además, este trabajador incansable, sencillo y buena gente, lo era entonces y lo sigue siendo hoy, después de toda una vida de esfuerzo para sacar adelante su vida y la de los suyos.

Un emotivo homenaje que agradeció Roldán y que además contó con un significativo reencuentro, entre salvador y salvados. El pescador aseguraba en una entrevista hace algo más de un año a Kalika Films, que le hubiera gustado saber qué fue de aquellas personas, porque este ciudadano no sólo sacó del agua al el capitán Charles F. Wendorf y el teniente, Michael J. Rooney después de que se produjera el ya famoso accidente aéreo sino que además logró salvarles la vida, ya que uno tenía el brazo roto y el otro abierta la cadera lo que hubiera sido una hemorragia fatal: "tenía un corte exagerado, le puso cinta aislante de lado a lado del corte, apretándole bien fuerte, encima le puse algodón y otra vez cinta aislante", explica en una de las escasísimas entrevistas que ha querido hacer el pescador. Una maniobra que evitó que se desangrase mientras llegaban los equipos sanitarios para trasladarlos al hospital.

El acto, celebrado en el Auditorio y Palacio de Congresos 'Infanta Doña Elena', estuvo coordinado por José Asensio, profesor y amante de la historia de Águilas. En él intervinieron: el primer edil municipal, Bartolomé Hernández; el concejal de Cultura y Patrimonio, Francisco Martínez; el Almirante de la Armada Española, José Antonio Balbás y el propio homenajeado, Bartolomé Roldán, que se mostró muy emocionado por la deferencia que se tuvo hacia su persona.

Entre los invitados también se encontraban: el alcalde de Cuevas del Almanzora, Jesús Caicedo; el Almirante y Ex-Jefe del Estado Mayor de la Armada, Sebastián Zaragoza, así como varios concejales de Águilas, Cuevas del Almanzora y Villaricos. Y como no, los promotores del homenaje, que fueron quienes propusieron esta idea que se llevó a cabo el pasado jueves, José Herrera, José Asensio y Juan García Oliver.

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Durante el acto, palabras de reconocimiento para un hombre, que además de este rescate ha llevado a cabo otros a lo largo de su vida en el mar. El de tres marinos a bordo de un barco que se estaba yendo a pique, e incluso al piloto de una avioneta que había capotado, según explicó el propio alcalde aguileño.

El momento más emotivo, además de la carta que el teniente Rooney le enviaba expresando su gratitud a quiénes salvaron su vida, fue la entrega de una placa conmemorativa que el primer edil de Águilas entregó a Roldán.

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Una placa conmemorativa y un merecido reconocimiento a un hombre cargado de valor, del de verdad, de esos que no se plantean nada más que lo esencial y que viven con la conciencia tan tranquila que consideran que una heroicidad de este tipo no es más que algo que cualquiera habría hecho en su lugar.

Pero, hubo más, un momento en el que el Auditorio enmudeció, en el que los dos ancianos, el salvado y el salvador se vieron nuevamente 46 años más tarde, a través de una videoconferencia y con un traductor en la que el militar Charles Wendorf agradeció a Mr. Roldán el haberle "permitido vivir una vida larga junto a su mujer, sus cuatro hijos y sus dieciocho nietos" y también le pidió disculpas por haber tardado tanto tiempo en darle las gracias. Ni mil palabras más.

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Los que le conocen aseguran que durante muchos años, Bartolomé Roldán ha vivido aquel suceso como un acto de humanidad, como una acción que cualquier persona de bien hubiera hecho, impidiendo que aquellas personas murieran, gracias a su heroico gesto y a que su barco estaba aquel día a tan solo trescientos metros de ellos.

El pescador siguió su vida trabajando y hoy, ya jubilado, recuerda con aplomo su serenidad, así como la avalancha de nombres, de periodistas y de agasajos. Pero aquello no consiguió en ningún momento cambiar su talante de hombre bueno, servicial y prudente con el que siempre ha sido y es conocido.

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