La leyenda del tiempo
Déjenme que les diga algo; cada vez que veo las noticias por televisión, pongo la radio o me informo por cualquier medio escrito, ya sea en su formato clásico de papel o el más moderno, digital, me dan auténticas ganas de salir corriendo. Pero como dice en este sentido el amplio y sabio refranero español; huir es de cobardes y, este otro, puedes correr, pero no puedes huir.
Jennifer Simón Carrión
Martes, 10 de mayo 2016, 09:51
Fruto de ese convencimiento, he optado por mi insistente (aunque fracasado) optimismo y por intentar arrojar luz sobre asuntos que me preocupan, con la vana intención de que razonándolos y comprendiéndolos, voy a poder sobrellevar mejor algunas barbaridades de las que veo y leo.
Que la cosa esta más que negra, oscura, ya lo saben ustedes. Y que lamentablemente (penoso de verdad esto de la resignación) lo mejor que nos puede pasar es que nos quedemos como estamos, también. Estamos como dice un amigo mío, comprando tiempo, a ver si mientras tanto escampa.
Pero miren, no hay enanitos sabios, no existen referentes similares para preparar y articular una respuesta a todo lo que como país y sociedad (española, europea, occidental...elijan ustedes el grado) nos está ocurriendo, porque nunca nuestras circunstancias, valores, prioridades, recursos y herramientas han sido estas, las actuales. Vale, bien. Parto de ahí.
Pero eso no significa que arrojemos nuestra inteligencia por la borda, y que nuestro sentido común, desaparezca. En mi caso, uso el método de ensayo-error, es científico y en la mayoría de los casos, irrefutable. Hace unas semanas, responsables del Fondo Monetario Internacional, defensor a ultranza de la ideología neocons que insiste en la austeridad como única medida de salida de esta crisis, reconocieron que los ajustes del gasto, que acarrean un empeoramiento del nivel de vida de las personas a las que les son aplicados sin piedad ni mesura (esa es otra) no son capaces por sí solos de solucionar la crisis, y que muy por el contrario, están provocando justo el efecto contrario, ahondando en la situación que pretendían mejorar. Puede que yo no sea muy listo, que creo que sí, pero si aplico mi método de ensayo-error, lo primero que se me viene a la cabeza es :¿Por qué seguimos entonces por esa senda?.
Si miramos el caso de Grecia.....llevan entre cuatro y cinco años en esa vía, y la vida de los/as griegos/as es cada vez peor, ¿si quien más ha aplicado esos postulados durante más tiempo se encuentra cada vez peor, por qué insistir?.
Fijándonos en situaciones domésticas: ¿Cómo puede ayudar a crear empleo una reforma laboral que sólo, insisto, sólo, ha consistido en abaratar el despido y crear inseguridad en las condiciones laborales?, ¿Cómo puede ser mejor para la sanidad que se encarezca su coste por el pago a empresas privadas para su gestión?, ¿Cómo se puede hacer más útil la atención sanitaria de urgencias cerrando los centros que se encargan de prestarla?.
Yo no lo entiendo. Lo que si entiendo, y me da la sensación que cada vez más gente es que la crisis es una cosa, y la casta política otra. El alejamiento de nuestros/as políticos/as de la vida real es absoluto y casi insalvable. Desde indultos varios hasta comisionistas en cualquier administración de cualquier color político evidencian la gravedad del problema.
Es el momento de pensar en estas cosas. Y pensar es el instante previo a actuar. Así que piensen, y actúen. Hay esperanza. Por cierto, mi ética profesional, educación familiar y formación musical me exige recordarles para aquellos/as despistados/as que la frase que da título a este artículo pertenece a una canción mitológica de un cantaor no menos mitológico, Camarón de la Isla, quien estando consagrado por los puristas, decidió arriesgar. Paradojas de la vida.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.