Visite Almería, ¿a usted qué más le da?
Supongo que, a estas alturas, ya habrá vuelto del Madrid de los fitures hasta el más rezagado y cuchipandero de nuestros ediles y que ya estarán pensando y laborando en la edición del año que viene.
Javier Irigaray
Martes, 10 de mayo 2016, 10:39
Este año, la feria del turismo ha coincidido en el tiempo, que no en el espacio, con el anuncio del, afortunadamente abortado, cierre al público del más emblemático de los monumentos almerienses durante las tardes de verano. En lugar de dotar de contenidos y fomentar su visita siempre, pero más aún cuando mayor es la afluencia de turistas a nuestra provincia, en vez de intentar hacer rentable a La Alcazaba, el genio de turno ha pensado que lo mejor es cerrarla, de momento, durante las tardes de dos meses al año. Nadie le ha comprendido y ha acabado rectificando, no ha sabido nadie entender el alcance de tamaña maniobra para el futuro del turismo de Almería.
Quizás estábamos ante una sutil y sagaz obra de ingeniería publicitaria: Hacía tiempo que no se escribía tanto en prensa y hablado tanto en radio sobre la fortaleza almeriense como se ha hecho tras la toma de esta decisión.
Puedo imaginar e imagino el discurrir de tan perspicaz campaña de promoción. Ya tendrían un buen lema preparado. Seguro que era algo así como "Almería am" o "AlMería" (adviértase lo ingenioso de resaltar con las mayúsculas las iniciales de "ante meridiem" incrustadas en el nombre de la marca Almería y, sí, sí, se me ha ocurrido a mí solo, que con la ayuda de cien o doscientos asesores no sé hasta dónde podría llegar a parar).
O, tal vez, fuera más oportuno "Almería, cerrado al atardecer" que, además evocaría nuestro pasado esplendor cinematográfico, otra de las prometedoras industrias que hemos sabido mandar al carajo sin ayuda de nadie.
No menos sugerente sería el de "Almería, fiesta y siesta", ésta última obligatoria y penada con multa su no observancia. "¡Se duerman, coño!", podría oírse por una red de altavoces oportunamente distribuidos por toda la provincia a eso de las cuatro de la tarde, llamando al preceptivo sopor cual el muecín a la oración llama.
"Almería: nada que hacer, nada que ver". Hoy estamos que lo tiramos. Y no tenía que haber escrito esta frase, pues, visto el paño, igual la toman por donde no deben y capaces son de demoler La Alcazaba. O enterrarla. O pagarle un Potosí al moderno de turno para que la envuelva con una lona.
En fin, que justo cuando pensamos que ya es imposible sorprendernos, siempre llega un cretino que lo borda. Y me niego a transcribir las excusas que, a modo de razones, han argumentado para el cierre, a mí sí que me queda algo de sentido del ridículo y profeso un respeto casi reverencial por el intelecto de los lectores.
Al final, a nuestros operadores turísticos, les quedará el reclamo obligado de la resignación y, parafraseando al personaje creado por D. Antonio Mingote, llevado al cine por Pedro Lazaga, intentarán vender el destino Almería pidiendo "Visite Almería, ¿a usted qué más le da?" y los ciudadanos seguirán preguntándose, como Gabinete Caligari, "¿cómo perdimos Berlín,/ si estaba el Kaiser allí?".
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