De aniversarios, espías, debates y reculeos en las leyes
Ha transcurrido un año ya desde la encantadora presentación de esta publicación en el Castillo de Cueva del Almanzora, como una promisoria idea de difusión de las noticias, ocurrencias y sucesos de la comarca. Así se ha venido haciendo en los últimos 12 meses y desde aquí felicito a los que lo han hecho posible, desde la redacción hasta la edición, pasando por la distribución, por los que dadivosamente escribimos nuestra opinión, por los anunciantes y por los lectores que en ultima instancia son los que dan sentido al proyecto y pueden conseguir que funcione.
Gloria Pérez de Colosia
Martes, 10 de mayo 2016, 08:48
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También en estos últimos 12 meses han ocurrido otras cosas, y cuando las recuerdo me parece que el sentir final es el mismo en todas ellas: frustración. Telediario tras telediario, no se ha hecho más que repetir la misma clase de noticia con un fondo común de repugnancia. Después de pasar por distintas emociones impresionables como el enfado, la ira, la preocupación, el cabreo, el entusiasmo ante la posibilidad de aportar algo a un cambio, el cabreo otra vez, ahora empiezo a estar frustrada. Frustrada y asustada, porque me ha dado por pensar que me espían. Tal ha sido el machaqueo con el tema, que a mi sinceramente no puedo evitar que me recuerde a las viñetas de Mortadelo y Filemón, que ya he empezado a mirar hacia atrás cuando salgo a la calle. ¿No les pasa a ustedes que con la divertida trama del floreado espionaje han dejado de pensar en "lo otro"?.
Menos mal que Rajoy nos lo ha recordado en este reciente Debate sobre el estado de la Nación, cuando ha ido enumerando uno a uno los problemillas que estrangulan a España. Había ratos en los que planteaba soluciones que debían er potencialmente efectivas, porque le aplaudían, y sorprendentemente no uno ni dos, sino varios diputados. Tantos eran los aplausos que escuchaba que puse atención a lo que decía y entonces me di cuenta de que repetía como un loro las medidas que prometió y no cumplió, atreviéndose a prometerlas de nuevo, seguramente cruzando los dedos porque mucho me temo que volverá a incumplirlas. Nada más complaciente que decir lo que otros quieren escuchar, así fue su lamentable discurso.
No puedo acabar este artículo sin mencionar la reculada de Gallardón con la Ley de tasas judiciales. Acaba de anunciar que las reduce en un 80%. Desde luego se agradece un poco de sentido común, pero la imagen de chapucería, de no tener ni pajolera idea de lo que están haciendo, es tan grande, que este reculeo más que alegrarme me hace echarme a temblar al pensar en manos de quién estamos.
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