La Universal y Maravillosa Academia de la Calle que ‘trabaja’ desde Mojácar

Es curiosa la vida. Y cómo un suceso negativo puede darse la vuelta y conseguir si no convertirse, al menos, sí 'evacuarse' en algo positivo. Es más o menos, algo así lo que le sucedió a Beatriz, una mujer sencilla con gran corazón que ha conseguido impulsar junto a Marta y Mireia que un centenar de niños sean recogidas de las calles de Accra en Ghana (África) y estén estudiando. Bea García asegura que «si perdemos la solidaridad estamos perdidos» y que desde pequeña había sentido la necesidad de hacer algo por los más pequeños y jóvenes de África. «Con 13 años pasaba las navidades en pijama. Era mi forma de protestar por esos niños que veía pasaban hambre». Siempre quiso viajar hasta allí, ver 'in situ' cuál era la situación y ayudar en lo que fuera posible. Le llegó el momento hace pocos años, a raíz de quedarse sola, decidió que era el momento de cumplir sus sueños, de materializar ese deseo de niña de poder hacer algo más por aquel continente.

Jennifer Simón Carrión

Martes, 10 de mayo 2016, 09:57

Y así con el apoyo económico y voluntario de un grupo de personas de Mojácar, entre las que se encuentran, Sarah Lark e Inka Laps, entre otras, las tres fundaron 'The Universal Wonderful Street Academy' (La Universal y Maravillosa Academia de la Calle), una ONG que empezó a funcionar en Ghana en el año 2012 de la mano de Luis, un músico ghanés, y que tiene su versión española en Mojácar desde mayo de 2013. El nombre ya dice muchas cosas: «los niños están abandonados a su suerte en las calles, sin un futuro, sin un presente», confirma Beatriz, «y lo que se hace, y por eso se llama así, es darles la oportunidad de una educación en una maravillosa y universal escuela para sacarlos de las calles, de la hambruna, la violencia y los traumas que eso puede provocar», afirma. «La mayoría de los niños son huérfanos, y si tienen alguno de los padres, estos están todo el día pescando para sobrevivir, así que es como si no los tuvieran», añade. Sin embargo, sigue siendo curiosa la vida y el ser humano. Y es que Beatriz asegura que tras su primera visita a Accra se trajo la sensación de que "ciertamente son personas sin recursos, sumidos en la extrema pobreza, con falta de todo lo material, pero son inmensamente ricos como humanos, son muy dignos, valoran mucho lo que se les da. Los pequeños valoran de forma excepcional la educación. Creo que aquí todo eso lo hemos perdido en gran medida, no sabemos valorar nada lo que tenemos», continúa explicando, «además, dentro de todo eso, están orgullosos de ser africanos, de tener lo poco que tienen y se esfuerzan mucho para salir adelante. Tienen voluntad, tienen capacidad, lo único que les falta es una oportunidad y eso es lo que más me dolió», confiesa Beatriz. Lo que han conseguido ya en tan poco tiempo es colaborar para mantener la escuela que creó y que dirige Luis, con cien niños que estudian según su edad con el fin de poder llegar a mandarlos a lo que se llama 'la escuela formal', desde la que pueden labrarse un futuro profesional y laboral y salir del círculo vicioso de la pobreza en todos los sentidos. Allí, en la escuela reciben clases de siete de la mañana a tres de la tarde, se les ofrece una comida diaria y asistencia médica cuando lo necesitan. La ONG necesita fondos para los cuatro profesores, la secretaria, el director y la cocinera, para el material escolar y la comida, (en total, el coste de cada niño es de 13 euros mensuales). Por eso, la organización desde el Levante de Almería organiza al menos dos eventos al año, una comida solidaria y una caminata, que precisamente se realiza este mismo domingo. Pero, además de esto, necesitan el compromiso de las personas, que con poco, muy poco dinero a lo largo de un periodo de tiempo más o menos amplio puede conseguir que el objetivo buscado sea mejor conseguido. El futuro que quieren para esos pequeños es el que querría cualquier padre para sus hijos, una vida digna, una oportunidad para su desarrollo, una vida, al fin y al cabo. Y a través de Luis y los docentes del centro consiguen aprender inglés, matemáticas, informática, religión y ciencia; pero, además, consiguen no olvidar algo vital para cualquier sociedad, su cultura, su música, sus raíces. Y claro, como no, el deporte es parte importante también de la escuela. «De hecho, de un ghetto de este lugar salió un boxeador muy famoso. Ellos no pueden evitar, como sucede aquí, ver en el deporte una posible vía de futuro. El boxeo y el fútbol son los preferidos para ellos», puntualiza Beatriz. Mantener la escuela, mantener 'recogidos' a esos pequeños, darles una oportunidad de vida digna, es lo que están consiguiendo, pero siguen necesitando ayuda para ello, y para avanzar en el futuro de esos pequeños, que una vez terminadas las clases vuelven a las calles. Por eso, quieren crear un albergue, una 'casa' que no tienen y ofrecerles un entorno seguro y estructurado donde aprender y desarrollarse mejor. Quieren que esos niños dejen de ser los desahuciados de la sociedad por su lugar de nacimiento.

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