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Europa, la orquesta desafinada del Titanic

Este texto inicia como una metáfora, una petición al lector. Cierre los ojos e imagínese que el continente europeo está contenido en un trasatlántico de nombre "Titanic". Está a punto de comenzar a hundirse, pues ha colisionado con un iceberg gigantesco que podríamos llamar "austeridad", o "deudocracia". En este gigantesco barco viajan pasajeros clasificados por diversas estancias. En la primera clase viajan Alemania, Francia, Suecia, Luxemburgo, Bélgica, Holanda... En la segunda clase están Malta, Irlanda, Hungría y las repúblicas bálticas. En la tercera clase viajan los denominados "PIGS": Portugal, Italia, Grecia y España.

Carolina Bermúdez

Martes, 10 de mayo 2016, 09:25

En los primeros compases del choque, estamos en el tiempo figurado y metáforico de los años 2007 y 2009. El capitán ha considerado que la ruta ("créditos a los países del sur") no era peligrosa a pesar de las advertencias. Se ha oído el estruendo en la tercera clase, los PIGS advierten que la situación comienza a ser preocupante. Estamos en 2009-2012. La tercera clase está prácticamente inundada. Los pasajeros afectados intentan huir hacia las estancias más altas, que siguen su viaje tan cómodamente sin saber que el barco está seriamente dañado. Se intenta negar, y hay quien dice que es culpa de la tercera clase, que ha saboteado la nave. Llegamos a 2013-2015. Entre los pasajeros de clase más humilde se descubren dos incómodos polizones: uno se llama Alexis Tsipras, el otro, Yanis Varoufakis. Comienzan a contar al resto de pasajeros que se está produciendo un dramático naufragio, causado por el choque contra un iceberg llamado "austeridad", y que se ha estado negando aunque hayan muerto por ahogamiento muchísimas personas en la tercera clase. Mediados de 2015. El barco empieza a fracturarse en dos, la situación ya es conocida por toda la tripulación. En medio de esa hecatombe, la orquesta del Titanic continúa impasible a tocar como para intentar distraer a los desesperados pasajeros de la catástrofe en curso. Esa orquesta desafinada del Titanic se llama Comisión Europea, también Eurogrupo. Su director, Juncker, el joven maestro Dijsselbloem y la "primadonna" Merkel intentan ahogar las voces de los polizones. Prefieren disimular y continuar tocando.

Ésto es lo que ha acontecido hasta ahora, en términos metafóricos. Esperé a que se celebrara el referéndum griego del 5 de julio para escribir este texto. Hubiera podido hacerlo antes, porque los resultados confirmaron mis expectativas. La orquesta desafinada sigue imponiendo el compás a seguir a un país que a pesar de haberse expresado claramente en contra de lo exigido, no es escuchado y es continuamente vejado. Hace unos meses publiqué en esta misma cabecera "La memoria corta", en el cual intenté sintetizar los motivos históricos por los cuales una quita como la acordada para Alemania en 1953, para evitar el error del "Tratado de Versalles" después de la I Guerra Mundial que tan caro se pagó, sería no sólo posible sino perfectamente viable para finalmente gestionar la denominada deuda soberana griega. Luego pensé, "¿Pero cuál deuda?". ¿Es correcto afirmar que el pueblo griego debe algo?. La famosa deuda griega en realidad es deuda privada, contraída principalmente con bancos alemanes, para vender en Grecia productos alemanes. Todo a crédito, porque mientras tanto se recortaban salarios y derechos. Después, para salvar a los bancos alemanes que habían colocado esta deuda privada con métodos nada ortodoxos, Europa se inventó eso de los "rescates", que en realidad no llegaban al país deudor. Drenaron tasas desde todo el continente para transferir el balance de los bancos hasta los estados, en forma de deuda pública, teniendo así la excusa perfecta para forzar nuevos recortes y privatizaciones. De este modo, los financieros han ganado tres veces: una, de los intereses, hasta que los deudores han podido pagar. Dos, de los estados cuando le han cubierto el agujero en sus cuentas. Tres, cuando han podido entrar en las privatizaciones a precio de saldo. Dejo que lector saque sus propias conclusiones.

Aún así, con la dimisión de Varoufakis y las últimas decisiones de Tsipras, se está difundiendo la creencia errónea de que Grecia se ha rendido a la Troika, después de numerosas negociaciones. Otro error es pensar que la Troika negocia, cuando en realidad impone. Lo explica fantásticamente el compañero Argyrios Paganopoulos en "Agvy": "No se cuenta que esta vez no ha habido recortes horizontales en salarios y pensiones (...) Tsipras quiere una solución definitiva y sostenible y por ello ha propuesto medidas equilibradas sin golpear a quien ha pagado y ha sido sacrificado con las políticas del memorándum". El economista americano Joseph Stiglizt dijo hace unos días: "La causa de la depresión griega (25% menos de PIB y 25% de paro) es que han hecho lo que les han pedido, no que no hayan sido capaces de hacerlo". ¿Qué pasará ahora?. El problema griego no se soluciona desde la austeridad, ni desde las exigencias imposibles. Es un problema que tiene un origen profundo, histórico, quizá también simbólico como ya escribí hace unos meses, de someter y derribar a la cuna de la democracia y la cultura. También puede ser estratégico, como escribió el ex ministro Varoufakis el pasado 10 de julio en "The Guardian": "Basándome en meses de negociación, mi convicción es que el ministro de Finanzas alemán (Wolfang Schäuble) quiere expulsar a Grecia de la moneda única para "poner el temor a Dios" en los franceses y hacer que acepten su modelo de una zona euro 'disciplinada'". Sea lo que sea, está clara una cosa: esta pequeña nación no quiere seguir bailando al ritmo de la música desafinada que desde la orquesta del Titanic del Eurogrupo y Comisión Europea le obligan a hacer. Los griegos quieren escribir su propria letra, que para ello ya dieron al mundo excelentes narradores, filosófos y poetas, como Eurípides. A quien nuestro conocido eurodiputado griego Manolis Glezos citó en su idioma antiguo a su homólogo teutón Martin Schulz: "Antes de nada, te equivocaste en tus juicios, forastero, cuando en Atenas tú busques un rey. Aquí no manda uno solo, libre es la ciudad: manda el pueblo, con sus diputados electos a turno año por año. Ningún privilegio tiene el rico, igual derecho tiene el pobre"

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