De las ondas dimensionales
Es la pesadez de los días bochornosos, los largos y tediosos días de verano, inacabable estación que hace las veces de puerta de salida y de entrada. Es sin duda el inicio y el final, desde su comienzo al principio y su final en Septiembre, cuando los días acortan la vida y al mismo tiempo todo empieza de nuevo. Voy cumpliendo años y no consigo despegarme esa sensación de que Septiembre es siempre la extinción y el origen de todo, como el eje central que hace que el resto cobre sentido. Septiembre es sin duda mí mes, el mes del adiós y la bienvenida, del jolgorio y la depresión, de los excesos y el recato. El mes de la renovación, de rendirnos cuentas, de planear y proponer proyectos que desearíamos cumplir. Algo parecido a Enero pero sin tanto frío, y sin tanta exigencia. Enero, sin duda, exige más. Pero es pura exigencia social, háganme caso. Septiembre es siempre más de verdad, más de uno mismo.
Gloria Pérez de Colosia
Martes, 10 de mayo 2016, 08:49
Casi por tanto a las puertas de que esto ocurra, me atrevo a repasar lo que ha sido este verano, del que apenas he podido darme cuenta por su cruel velocidad, que creo que tiene más que ver con la edad que con el propio calendario. De hecho tengo la sospecha de que la estación siempre ha durado lo mismo, con la misma exactitud, y que es sólo mi apreciación del tiempo lo que incansablemente va variando, hasta hacerse fugaz, como las estrellas de San Lorenzo, que para su desdicha les contaré, que no son estrellas sino satélites y meteoritos y demás cuerpos celestes. Comparto con ustedes mi desencanto al enterarme, pues, como tantas otras cosas, la idea de una estrella que atraviesa el cielo con el solo propósito de bridarme a mi un deseo, es cien veces más romántica, que la de un trozo de materia inservible que va cayendo por el cosmos hasta desaparecer. Bastante que no nos da en la cabeza, o peor aún, que choca y destruye el planeta Tierra. No les aburriré con mi teoría sobre que esto ocurra y la Tierra explote y empecemos todo de nuevo, porque en el fondo es muy triste, pero ¿se imaginan una oportunidad así, en la que la ingenuidad y la candidez vuelva a reinar entre los humanos, las madres no degollen a sus hijos ni los dejen abandonados en una caja de zapatos al nacer y donde unas chicas puedan perderse por Cuenca sin necesidad de ser encontradas muertas en un pozo?. ¿Imaginan una oportunidad para hacerlo todo bien? Sería una poco un volver a empezar y no meter la pata. Tengo que confesarles que al mismo tiempo que escribo comprendo y reconozco que si yo volviera a tener una oportunidad para comenzar desde el principio, volvería probablemente a hacer las mismas cosas fatales que he hecho y terminaron en catástrofe y volvería a meter la pata, en el sitio exacto, en el minuto preciso, donde ya una vez lo hice. Porque no basta con que nos adviertan en nuestra vida personal; cometemos errores. No basta con la mala experiencia vivida, repetimos hasta con dulzor, ni siquiera como sociedad nos vale la historia ya vivida; no aprendemos. Quizá la solución no pase por un choque sideral que lo destruya todo para volver a empezar. Quizá simplemente la expansión de esta concreta onda que fabricó el Bing Bang esté llegando a su máximo diámetro y solo aguarde su tenue y difuminada desaparición por extrema expansión, dando protagonismo a la siguiente onda, en la que quizá yo exista pero tu no, y nuestro naufrago desencuentro de lugar a alternativas alucinantes que en esta onda no pueden darse. Aunque lo cierto es que ahora ya creo, que si yo me repitiera en otras ondas dimensionales, siempre reconocería tu olor, como un sincronismo que me ha alcanzado y del que ya no tengo manera de escapar. Ni siquiera a través del infinito universo. Les emplazo para mi próximo artículo en noviembre. Prometo contarles algo interesante y tangible, algo que puedan comentar en el bar, porque comprendo que en esta ocasión les he debido parecer casi etérea, quimérica en mi sueño de inventar otro mundo absoluto. Es solo una apariencia, en realidad lo que estoy es muy cabreada con este. Feliz resto de verano.
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