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De la elegancia a la barbarie

Por si faltaba poco para alcanzar la perfección en el lenguaje escrito, con faltas normales a todos los niveles de la simple ortografía, llega la moderna y última invención del internet y sus aplicación generalizada, que asusta cuando se observa su uso en teléfonos móviles, en marcha a cualquier hora anulando el diálogo hasta en la comida familiar y en cualquier oportunidad. Y lo peor reside en la utilización transmisora de mensajes que se han de escribir con anterioridad: medias frases incorrectas, eliminación de letras, sustitución de medias palabras, signos aritméticos y enredo hasta el infinito.

Ezequiel Navarrete Garres

Martes, 10 de mayo 2016, 08:49

Debo indicar que observen una reunión cualquiera en el lugar que visiten a distintas horas del día. Ejemplo la terraza de una cafetería. Es otoño y tiempo variable. Verán sentados a cuatro personas. En lugar de hablar del tiempo, lo más visible y cercano, están todos los componentes del grupo con la oportunas "tabletas", dándoles que te pego, sin parar y hasta luego. Otros momentos memorables ocurren en nuestro principal órgano de la democracia, el Palacio del Congreso. Allí, uno tras otro diputado acuden al atril cuando el Presidente lo indica, para exponer, desde su propia opinión, el tema del día. Fíjense lo atentos que están los trescientos cuarenta y nueve restantes cada cual con su pantalla abierta, localizando musarañas. Esta situación se centuplica en determinados diputados que, además de llevar el discurso escrito, se presentan al pueblo español con zapatillas de tenis sudadas, pantalón tejano pintarrajeado, melena leonada y gesto airado. No digamos nada del vocabulario. Las coces y los rebuznos se repiten sin matizar, con cara salvaje. Recuerdo ahora, que hace muchos años, llegó a mí poder uno de tantos discursos de republicano D. Emilio Castelar (1860). Fíjense: Era un pueblecito de no más de mil habitantes en la década del 40. Bien, pues leímos ciento de veces, un grupito de mozalbetes, aquél folleto y algunos, incluso memorizaron sus frases por bellas, elegantes y propias de un gran tribuno. ¡ Que diferencia!. Desde esta columna, propongo se haga una selección de discursos de Castelar, para ejemplo y guía de muchos que lo necesitan. Y, con ello mejorar nuestra imagen en Europa y el mundo, que ya se hace anteriormente por televisión.

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