De paralelismos provocados

Aun con el estomago encogido y albergando un tremendo miedo al pensar qué les deparará a mis hijos este próximo futuro tan poco prometedor, escribo esta reflexión sobre el atentado de París, recordando a la vez el de las Torres Gemelas y con más dolor aún el de Madrid. Ciertamente no puedo detraerme a ese criterio de proximidad geográfica al graduar mi dolor, y me fastidia. Me fastidia mucho, porque yo sí creo en el amor universal y en que todos somos parte de un todo y que el sufrimiento de una persona lo es de la humanidad entera. De verdad, lo pienso así, pero no quiero ser hipócrita con ustedes, y tengo que confesarles que no lo siento así. No sé cual es la razón, quizá una empatía selectiva, aunque me temo que algo también tiene que ver la notoria manipulación de los medios.

Gloria Pérez de Colosia

Martes, 10 de mayo 2016, 08:49

Hoy no quiero valorar si son más dignos de lástima los 132 (hasta ahora) asesinados en Paris o los 147 muertos en una Universidad de Kenia el pasado mes de marzo, todos por el Estado Islámico, ni si el culpable de esta guerra que se ha iniciado es la Otan, Hollande, los vendedores de armas o el carácter tan sectario que tiene el islamismo, capaz de convencer a alguien para que se enganche un cinturón de granadas a su cintura y se inmole en nombre de un Dios. Hoy quiero valorar el tratamiento que los medios hacen de estas muertes para transformar nuestro pensamiento. Con un firme convencimiento de que el trasfondo no deja de ser económico, la prensa y por extensión cualquier medio de comunicación, incluyendo las redes sociales, se preocupan de visibilizar unas muertes más que otras, convirtiendo así a los asesinados occidentales en víctimas de primera y a los otros en víctimas de segunda. Lo que ha ocurrido en París es terrible, igual que lo fue lo ocurrido en Madrid o en Nueva York, y el mundo se conmocionó, pero algo parecido ocurre cada día en Kenia, Syria, Irak, Beirut, Libya, Afghanistan, Palestina, y no nos dejan ser conscientes de ello, acostumbrando nuestro oído y nuestra vista a estas muertes que no conmueven tanto porque a fin de cuentas se matan entre ellos. Encuentro un paralelismo brutal con la política de género que se sigue en este país, cuya principal consigna es visibilizar las muertes de mujeres y acallar la de los hombres, niños y ancianos, como si esas muertes no valieran lo mismo que las primeras. Así, se hacen campañas en los medios contra la violencia hacia las mujeres, excluyendo deliberadamente al otro género. Se pone en pantalla el 016 cuando hablan de alguna mujer maltratada pero no existe un teléfono similar al que puedan llamar hombres o niños. De lo que no se habla no existe, y así, y con un trasfondo económico, créanme ustedes, igual que el de los muertos del EI, todos acabamos creyendo que en España los hombres matan todos los días a las mujeres, y que es esta violencia machista es la única que existe. Sin embargo si ustedes se preocupan en conseguir su propia información se darán cuenta de que eso no es verdad. También matan a niños (más sus madres que sus padres) y también matan a hombres, pero estos no tienen ni 016 ni cinco minutos de tele. Sin embargo se dedica horas y horas a la misma noticia de una mujer asesinada, de forma que al final parece que este mal ocurra todos los días. Pues sepan ustedes que España es uno de los países de la Unión Europea con el nivel de violencia de género más bajo. ¿A que no lo parece? Algo similar ocurre con los muertos de Kenya y París, es la forma que la media mass comunication utiliza para sensibilizar/desensibilizar a la población. Y así también la somete. Por cierto que si dudan del trasfondo económico de este negocio moléstense en comprobar si es cierto que Europa entrega a España unos 3000 euros por denuncia de género interpuesta. Averigüen después dónde y a quién va a parar ese dinero. Aún encuentro otro paralelismo entre estas dos cuestiones, y es la revancha. Hay voces que culpan a occidente de lo que está ocurriendo y hay quien incluso llega a justificar los atentados de París porque el mismo París (léase mundo occidental) lo ha provocado. Cierto es que el cristianismo arremetió contra los herejes cometiendo crímenes en nombre de Dios. Por ejemplo hubo eso de la Santa Inquisición, allá por la Edad Media a principios del siglo XII; y también es verdad que donde el cristianismo conquistaba territorios imponía su religión, pero de eso también ha llovido ya. De la misma manera también es cierto que las mujeres han sido oprimidas, y han gozado de menos derechos que los hombres. Hubo una época en la que el feminismo fue necesario y triunfó, y la mujer occidental, no así en el mundo islámico, tiene reconocidos los mismos derechos que los hombres. Sin embargo esto parece no servir y el feminismo radical de esta tercera era ya no quiere igualdad sino superioridad, quiere revancha, vengarse por esos siglos de opresión. Hace unas semanas se convocó una manifestación en Madrid y otras ciudades en contra de la violencia de género. Había pancartas donde se leía "Ante la duda tú la viuda" o "Machete al machote", y un grupo de esas mujeres que se manifestaban contra la violencia, agredieron a otro grupo de mujeres que portaban pancartas que decía "La violencia no tiene género" o "Hay que educar en valores y no en ideología". Valórenlo ustedes, no quiero influirles. ¿Qué queremos entonces? ¿No será posible convivir en paz, y aprender de los errores que la humanidad ha cometido ya? ¿Es necesaria de verdad esa venganza? ¿No será acaso un constructo creado de antemano por unos pocos para conseguir una sociedad tipo Un Mundo Feliz, en el que el plan es promover la ideología de género que en su último fin pretende la división de hombres y mujeres y promover la guerra santa cuyo fin es sin duda la muerte por la muerte? Parece como si fuera más fácil dirigirnos si nos matamos entre nosotros. Así, ellos solo tienen que mirar desde arriba y reírse. Al escribir esto estoy pensando en el Trio de las Azores, en Goebbels, ministro de Hitler, en el 1984 de Orwell, en Simone de Beauvoir, en Spandau, en Huxley, así todo a la vez, mezclado. No les diré porqué, tengan su propio criterio.

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