El hundimiento
Dijo Antonio Gramsci: "La historia enseña, pero no tiene alumnos". El pasado 14 de diciembre se celebró en Francia la segunda vuelta de las elecciones regionales, dando como vencedor el partido "Les Républicains" de Nicolas Sarkozy, el ex presidente de la República. En la primera vuelta, el "Front National" (FN) de Marine Le Pen dio la gran sorpresa consiguiendo un gran número de votos y postulándose incluso para conseguir diferentes gobiernos regionales. Sin embargo, el resultado final de la segunda vuelta ha apartado al FN de tal logro, que hubiera sido sin duda histórico.
Carolina Bermúdez
Martes, 10 de mayo 2016, 09:09
A la vista de los hechos, hay que analizar brevemente dos factores. Uno, la unión mostrada por "Les Républicains" y el "Parti Socialiste" de François Hollande para evitar la llegada al poder del FN está siendo aplaudida por muchos. En realidad, pudiendo ser una solución de emergencia, no resuelve los problemas que contribuyen al auge de la extrema derecha y es sin duda un grave error de credibilidad para ambos partidos. Dos, decir que Front National ha sido derrotado, como se está diciendo en numerosos medios, no es para nada acertado. Le Pen ha conseguido triplicar el número de consejeros regionales (de 118 a 358) y ha pasado en sólo una semana de tener 6 millones de votos a tener 6,7 millones de votos. El dramaturgo alemán Bertold Brecht escribió: "El fascismo no es el contrario de la democracia, sino su evolución en tiempo de crisis". Sin duda, observando el actual contexto socio-político y económico en Francia, no podemos obviar la grave crisis que sufre el país: paro, inseguridad ciudadana y el miedo creado por los recientes atentados. El auge del partido de Le Pen no es casual. Un partido que se define 'inspirado en el Movimiento Sociale Italiano', fundado en 1946 por los supervivientes políticos de la 'Repubblica di Salò', el estado satélite de la Alemania fascista en Italia en los últimos años de la IIGM. Poco más habría que añadir. Si miramos atrás en la historia, el surgimiento del nazismo alemán y del fascismo italiano se produjeron en contextos muy similares. El primero, después de la humillación del "Tratado de Versalles" después de la I Guerra Mundial. Luego, el fracaso de la "República de Weimar" por culpa del altísimo desempleo, la inflacion y la política de recortes de Brüning (1930-33) que llevó a la población a la desesperación. En el caso italiano, el futuro Duce, Benito Mussolini, forzó al rey Vittorio Emanuele II a la formación de un nuevo gobierno de la mano del Partito Fascista, con la conocida "Marcha sobre Roma", amenazando con la fuerza si no lograban dicho objetivo. Italia también vivía entonces una terrible crisis económica, unida a la desconfianza hacia el entonces gobierno liberal de Francesco Saverio Nitti y por último de Luigi Facta. Aparte, como en Alemania, la IGM había dejado un terrible saldo de inválidos y mutilados de guerra a los que el estado ignoraba y pagaba deficientemente. Las coincidencias son evidentes. Marine Le Pen aún no se ha jugado su última carta, que son las elecciones presidenciales de 2017. Recordemos que Adolf Hitler fue elegido democráticamente en las elecciones federales de 1933 (las últimas de la República de Weimar) y después del abrumador resultado favorable, proclamó el III Reich gracias al 'Decreto de plenos poderes'. Mussolini igualmente tuvo la aprobación de las urnas en 1924. Con su brillante oratoria y gracias al apoyo de numerosos sectores importantes (banca, medios de comunicación y numerosos intelectuales como Gabriele D'Annunzio), obtuvo el consenso de una gran masa de votantes encandilados con su carisma y sus novedosas propuestas. Especular sobre un posible hundimiento del FN en Francia actualmente, después de lo expuesto anteriormente, significa no tener en cuenta los precedentes históricos. De este periodo histórico supo muy bien lo que estaba por venir el pensador Antonio Gramsci, que murió con sólo 46 años en 1937 después de estar recluido en prisión, en condiciones más que lamentables, procesado por el régimen fascista. Supo muy bien de sus consecuencias Bertold Brecht, el genial dramaturgo alemán fallecido en 1954. Ya fue incluido en la lista negra de Hitler en 1923 por sus comprometidas obras. En 1933, después del incendio del Reichstag, huyó de Alemania ante la amenaza que se cernía sobre él y su familia. Él sabía que la amenaza se extendía a todo su país y a todo el mundo, y desde las numerosas ciudades donde vivió exiliado, escribió y dejó testimonio de los horrores de la guerra. Al final de ésta escribió: "No es la primera. Antes de ésta ha habido otras guerras. Al final de la última habían vencedores y vencidos. Entre los vencidos, la pobre gente moría de hambre. Entre los vencedores, pasaban hambre la pobre gente igualmente".
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