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Estado de necesidad

Hace varios años que la observo, en el mismo lugar de la céntrica plaza de una capital andaluza cuyo nombre es irrelevante. No tiene más de 35 años, y cabizbaja, todos los días se dirige a pedir limosna a las puertas de una cafetería. Al principio pedía para poder alimentar a su hijo, hasta que a principios de 2015 los servicios sociales se hicieron cargo de la tutela del menor apartándolo de su lado. Llueve sobre mojado para esta mujer, retrato de tantas y tantas personas que desde el inicio de la crisis en 2008 han perdido todo. Son poquísimos los viandantes que le prestan atención. Nadie quiere mirar, nadie quiere leer el cartel que describe su terrible situación. Es el peor escenario en el que cualquier ser humano se podría ver, escenario en el que se encuentran miles de ciudadanos del país que según palabras de su ex premier es ejemplo de la recuperación económica en la Eurozona.

Carolina Bermúdez

Martes, 10 de mayo 2016, 09:24

Las estadísticas hablan por sí mismas y desmienten esta afirmación: Según Eurostat, España es el segundo país con la tasa de desempleo más alta de la UE (21,4%), solo superada por Grecia (24%). Es el segundo país, igualmente, en tasa de pobreza infantil por detrás de Rumanía, con 2,8 millones de niños en riesgo de exclusión social y pobreza severa (aproximadamente un tercio de la población). Desde que comenzó la crisis, más de medio millón de españoles han abandonado su país para intentar encontrar un empleo en el extranjero. Desde ese mismo momento, concretamente desde julio de 2008, la PAH cifra en 107.000 los desahucios que se han producido en España.

En estas últimas semanas se ha hablado de la imposibilidad de llegar a un pacto para formar gobierno por parte de las diferentes fuerzas políticas, desde las últimas elecciones generales. El pasado 13 de enero inició la XI Legislatura, en la que se nombró al socialista Patxi López como Presidente del Congreso. Una situación similar se dio en Grecia en 2012, donde se tuvieron que convocar nuevas elecciones en junio de 2012 después de que las precedentes en mayo de ese mismo año no dieran mayoría suficiente a ningún partido para poder formar un gobierno. Fruto de estos nuevos comicios surgió, curiosamente, un gobierno de coalición de los dos principales partidos PASOK y Nea Demokratia, encabezado por Antonis Samaras.

Independientemente de lo que ocurra en los próximos días, el nuevo ejecutivo español se enfrenta a un contexto socio-económico de extremo dramatismo y gravedad. Más que de la situación de desgobierno, lo que verdaderamente tendría que ser prioritario para los políticos es el estado de necesidad que vive el pueblo español. Aparte de los nefastos datos que se han enumerado al inicio de este artículo, los españoles han visto en estos últimos años a un ejecutivo que les ha gobernado por decreto, que no sólo les ha dado la espalda, sino que además les han privado de sus derechos más fundamentales, después de años de lucha para obtenerlos.

Anochece en la ciudad, una asociación sin ánimo de lucro reparte víveres cerca de la estación de tren. Una gigantesca cola de personas da la vuelta al enorme edificio que, imponente, se perfila ante nosotros. Me encuentro con una mujer que lleva a su pequeña hija de la mano, a su lado, el abuelo de la niña, que impotente, me cuenta: "Mi hija lleva tres años en paro. Si sobrevivimos es por las pocas chapucillas que hago, la ayuda de la familia y los vecinos. Tenemos miedo de que nos corten la luz, pues el último recibo no lo pude pagar". El hombre se lleva a la pequeña y la entretiene, y me habla la madre, que se gira para que ésta no la vea y entre lágrimas me dice: "No sé qué contarle a la niña, cuando venimos a por comida aquí, le digo que son amigos nuestros, fíjese que tontería, pero... pero tengo miedo de que lo diga en el colegio". Baja la mirada. "Ahora para Navidad la traeremos aquí (a la ONG), les darán algunos regalos, pues ninguno de nosotros puede permitirse el comprarle nada. Nos podrán quitar todo, a mí me han quitado la ilusión, pero la de mi hija que no se la lleven también". Debería de ser delito de lesa humanidad el que a una persona le quiten la ilusión, algo impensable en cualquier estado de derecho, algo que sucede, sin embargo, en el estado que niega su estado de necesidad.

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